Capítulo 8: no lo que esperaba

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—Sí, este viernes— toma de su té y ladeo la cabeza —¿Hay algún problema con la fecha?

—En realidad, sí, lo hay, tengo una cita— trato de sonreír lo más amigable posible, pero es muy difícil mientras cancelo planes con el individuo.

—Oh, qué pena, ¿lo llamarás o le enviarás un mensaje de texto?— Christopher come una galleta de mantequilla del plato con el que estaba jugando hace unos segundos.

—¿Para qué?— imito su acción y tomo una galleta.

—Para cancelar tu cita con él— me atraganto con la galleta, es como si un poco de harina se hubiera ido por el camino equivocado, la siento en la garganta, pero mis movimientos no logran moverla.

—Lo siento, creo que no entendí, repite de nuevo ¿cancelar qué con quién?— tomo un poco de capuchino, el agua no suena tan mal en este momento, busco al mesero con la mirada por todo el lugar para poder llamarlo.

Necesito pedir una botella de agua con urgencia.

—Con quién sea que ibas a tener una cita, digo, soy prioridad ¿no? Te importa tu trabajo, supongo— su sonrisa falsa me muestra que está complacido por interferir en mis planes.

—Te tengo noticias, me importa mi trabajo, pero si mi vida se limitará a él, entonces no estoy viviendo mi vida en lo absoluto, sino la de alguien más— suspiro, finalmente un mesero cerca, alzo la mano para llamarlo.

—¿La vida de alguien más?— la voz de Christopher McGee es baja y suena confundido, estoy segura que no comprende que quiero decir.

—Sí, no somos máquinas y por algo existen otros ámbitos en la vida, las relaciones, por ejemplo, no tiene que ser necesariamente amor, pero sí amistades, familia, incluso cómo interactuamos con nuestros compañeros de trabajo es algo diferente al trabajo en sí, puede afectar, sin embargo es un ámbito diferente— tomo otra galleta.

>>Vivir solo por trabajo es convertirme en una persona que no soy— me encojo de hombros —¿No es lo mismo para ti?

Christopher guarda silencio y se mira las manos por un momento.

Parece que nunca había pensado sobre la existencia de una vida fuera del trabajo, puede ser que sea su pasión, pero hasta las pasiones necesitan un respiro, ni siquiera se puede hacer el amor toda la noche sin parar.

—Entonces...— me mira y ladea la cabeza —¿No vas a cancelar la cita con alguien más por tener una conmigo?

Es casi cómico, su expresión se ve realmente inocente, cómo si no lograra entender por qué escogería a alguien por encima de él. No sé si está muy lleno de sí mismo o interactúa tan poco con otras personas como para no comprender que tenemos diferentes percepciones de la vida.

Espero que sea lo primero porque si es lo segundo podría ser Ken en busca de Barbie, y le tengo noticias, soy rubia, pero no soy Barbie.

—Exactamente, no vamos a tener una cita el día viernes ¿entendido?— módulo lo mejor que puedo para que este hombre me entienda y en caso de no escuchar, lea mis labios.

—Bueno, está bien— asiente con la cabeza —Siempre existe el sábado— su sonrisa se hace grande y toda la inocencia que parecía reflejar se va de su rostro.

—¿Qué?— sueno parca, estoy realmente molesta.

No quiero verlo el fin de semana, quiero descansar de mi trabajo y tal vez salir con mi amigos, dormir hasta tarde y no hacer nada, sí, un perfecto fin de semana.

—Tenemos la oportunidad de interactuar y hacer que yo entienda un poco más el concepto de enamoramiento que quieres que aprenda ¿no?— lo oigo hablar, pero no estoy segura de escucharlo bien o procesar correctamente lo que está diciendo.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora