Capítulo 38: mentir por omisión

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—Este es el momento en que digo que no y comienzo a girar la bola de nieve que luego se convertirá en una avalancha de malos entendidos ¿no?— pregunto.

Soy consciente de lo que puede hacer omitir información, he leído libros y vivido situaciones incómodas en el trabajo por justo eso: no decir las cosas con tiempo.

Probablemente pospone enfrentar las cosas, y si tienes la suficiente suerte, nunca se enteré de qué pasó y se pueda seguir viviendo una vida tranquila y normal, con un momento de nervios de vez en cuando porque de repente estás en situaciones en las cuales puede enterarse de que mentiste por omisión, pero eso podría darle sabor a tu vida.

Yo... yo no puedo darme ese lujo, y ese detalle tiene nombre y apellido: Alissander

Él no va a perder la oportunidad de contarle a Christopher, en cuanto lo vea, que él logró que Hide y yo tuviéramos una cita, aunque no fue exactamente él, sino las sinceras intenciones del otro protagonista de la historia lo que consiguió que yo dijera que sí, pero esas son cosas que nuestro joven Ali nunca entendería o finge no entender.

—Por supuesto que le voy a decir, es lo más sano y correcto— me encojo de hombros.

>>O eso creo— tomo aire y miro la mano extendida frente a mí.

Mi mejor amigo me ofrece su mano para ponerme de pie. La tomo sin dudar, y caminamos hacía la sala. Nos sentamos en el sofá en silencio por un par de minutos, cada uno perdido en sus pensamientos.

—¿Ya la has denunciado?— rompo el silencio preguntado sobre su situación de acoso en el trabajo, sé que no la ha mencionado últimamente, pero igualmente sigue pasando, es el sistema de mecanismos de Seth, silencio, como si con ello todos los problemas fueran a desaparecer.

—Sí, finalmente lo hice hoy— sus hombros bajan —Fue raro, quiero decir, sé que soy una población vulnerable en el sentido de ser señalado y de que haya gente que tenga fetiches extraños conmigo, sin embargo...— parece como si un escalofrío pasara por toda su espalda, y no en el buen sentido —No pensé que tendría que llegar hasta esta instancia alguna vez y menos que sería una mujer quien amenazaría mi estabilidad.

Lo veo suspirar, y como todo su cuerpo parece intentar hacerlo desaparecer, estoy segura que buscaba sentirse a salvo, confiando en que nada malo le iba a pasar.

Quiero decirle que no va a volver a pasar, que es un caso aislado, que ninguna mujer u hombre lo van hacer sentir inseguro en su propia piel de nuevo, pero definitivamente las palabras vacías no le van a hacer bien, no en el estado en que está.

Le ofrezco mi mano, él la toma sin entender y yo solo la aprieto, le hago saber que sin importar qué, voy a estar ahí para él, sé que no necesita mis palabras, conozco cómo le gusta ser confortado, que es más de contacto físico que de palabras, sé que no necesita que resuelva sus problemas, solo que lo haga entender que estoy ahí para él.

—Si me quedo sin trabajo...— ladea su cabeza mientras me mira —¿Me vas a mantener?— parpadea al final.

Sonrío y asiento.

—Claro, puedes ser mi esposa trofeo, no te preocupes— le guiño un ojo.

Lo oigo reír un poco y su expresión parece ser menos rígida.

—A mi novio no le va a gustar escuchar eso— bromea.

—Sí, bueno, él es el otro, debería agradecerme que te comparto con él— me recuesto en el sofá, mis problemas parecen menos importantes en comparación, pero al fin y al cabo son míos.

—Cierto— él se recuesta a mi lado —¿Pedimos pizza? No quiero cocinar.

—Por supuesto— tomo mi celular y abro la app de domicilios.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora