Capítulo 50: te tengo

108 15 3
                                    

Kyle está parado allí, a un par de metros, mirándome fijamente y con una sonrisa triste en su rostro. Casi como si a quién hubiera rechazado fuera él y no su amigo.

—¿Es una nueva forma de maldecirme?— le pregunto mientras hago una mueca.

Soy consciente de la lealtad que existe entre las personas, y como lo último que quieres es ver a alguien que aprecias herido, y si hay alguien que lo ocasiona, es normal sentir cierto desprecio, mientras no actúe en consecuencia a ello, creo que todo estará bien.

—No, realmente creo que lo hiciste bien— comienza a caminar hacia mí —Es mejor que lo sepa ahora y esté claro desde el principio, a que crea que realmente lo amas y después descubrir que estás jugando con él— asiente hacia mí —Te respeto por ello, de verdad.

—Gracias— tomo un poco de agua —Aunque estoy halaga por su interés en mí, nuestros tiempos no coincidieron— me encojo de hombros.

—Tal vez en otra vida— dice Kyle.

—Tal vez en otra vida— repito lo que él dijo mostrando que estoy de acuerdo —Es momento de que me retire, por favor dile a Logan que no puede seguir posponiendo la grabación— le sonrío —Nos vemos después, Kyle— comienzo a caminar, alejándome del lugar.

—¡Nos vemos!— lo escucho gritar y como respuesta levanto mi mano sin voltear.

.

Greg abre la puerta del pasajero de una camioneta negra, que la verdad no había visto nunca, y realmente no sé si es algo bueno, no sé si es seguro.

—Ese no es el carro de Paul— le digo.

—El señor Johnson ha dicho que la lleve a casa— me dice —Él me ha informado que no puede llevarla debido a inconvenientes familiares— me informa.

Parpadeo un par de veces, de forma rápida, es la primera vez que Greg habla tanto, y dice dos oraciones juntas. No sé si señalarlo o simplemente fingir que no pasa nada raro, es extraordinario y fascinante, no quiero arruinar este tipo de paz.

—Entendido, gracias— miro la camioneta una vez más —¿Y esta camioneta?— sigo indagando, quiero decir, no tengo carro y estoy en el parqueadero, disculpenme por tener dudas.

—El señor McGee la ha enviado para usted— me responde.

Tardo un minuto en entender que Christopher McGee sigue cuidándome hasta en la distancia.

No entiendo muy bien lo que pasa en mi interior, no entiendo qué ha producido que sienta una presión en el pecho que me obligue a poner mi mano sobre él y presionar. No entiendo las lágrimas que caen por mi rostro, no entiendo qué está pasando, pero esas palabras han detonado algo en mí y es como si me rompiera.

Greg me ofrece su mano, que tardo un momento en tomar. Él no pierde tiempo y me guía hacia el interior del auto, espera a que yo tome asiento antes de cerrar la puerta tras de mí.

Las lágrimas salen una tras otra de mis ojos, sin detenerse, sin pausa, sin que les importe cada vez que uso mis manos para retirarlas. Me quedo sin aire, por lo cual abro la boca para recibir oxígeno, pero eso no para mi llanto, y sigo sin hacer mucho ruido, es un llanto silencioso.

Greg no dice mucho y solo conduce, yo confío en él y en que me llevara a un lugar seguro.

Recuesto mi cabeza en el espaldar del auto, cierro los ojos y sigo llorando, me siento abrumada, con dolor y realmente incómoda, no sé por qué, solo sé que siento.

No sé si tendría más consejo al tener a Greg sentado a mi lado, pero definitivamente sentarme detrás de él me estaba sentando de forma espantosa.

Subimos por un parqueadero, mis ojos finalmente abiertos y enfocados en la ventana oscura me informan, no sé exactamente en donde estoy, pero estoy en otro edificio.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora