Capítulo 25: karma

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La pregunta de Paul me coge fuera de base.

¿Amor? ¿El amor no es una decisión? ¿No se necesita más tiempo para enamorarse de una persona? ¿Seríamos amor a primera calentada? No entiendo muy bien de qué trata todo esto.

—¿Amor?— Christopher McGee está parado en el marco de la puerta que conecta con la cabina de grabación, la mantiene abierta porque su cuerpo está evitando que esta se cierre.

Solo en ese momento me doy cuenta que él ha dejado de cantar y que ha estado escuchando la conversación.

—Sí, amor ¿no se aman ustedes ya?— Paul toma un sorbo de su bebida y yo espero que el karma instantáneo haga de las suyas y se ahogue con su bebida.

El universo me escucha y él comienza a toser, como si hubiera ingerido bebida por las vías respiratorias.

Encantador.

—Karma— le sonrío mientras él se da golpes en el pecho.

—No dije nada malo— se queja Paul mientras se aclara la garganta.

—No, efectivamente, pero tus intenciones no fueron puras, por eso el karma— le ofrezco una linda sonrisa y le encimo un guiño.

Christopher se aclara la garganta, parece algo incómodo con la situación. Incluso se rasca la nuca, como si un repentino cosquilleo no lo dejara en paz.

Y ahí lo entiendo, le molesta que sea fría con él, pero cercana a otras personas, diría que son celos, pero si no tuvo celos de sus hermanos cuando los envió a mí mientras se hacían pasar por él, no veo por qué tendría celos ahora.

De repente tengo una buena idea: mostrarme cercana con sus cómplices, mejor conocidos como sus hermanos, mientras soy fría y distante con él.

Herir su ego suena hermoso y reconfortante, sería una venganza muy suave, sin embargo, una suficiente para que sepa lo qué él mismo ocasionó, es una especie de karma, solo que llega con un poco de retraso.

Me detengo por un segundo, no estoy segura de querer hacerlo, a veces quiero intentar ser la madura y dejarlo ir, pero también quiero que me entienda, que tome responsabilidad de lo qué hizo, que deje de evadir las cosas y las enfrente, perreo eso es mucho pedirle a alguien que está acostumbrado a que lo busquen.

—No me gusta tu energía, está siendo oscura hacia mí y yo solo quiero lo mejor para ti, de forma genuina— Paul me sonríe y yo regreso mi vista a él.

Frunzo el ceño antes de suspirar y volver mi atención a la pantalla del computador.

—Aja, sí, sé que te encanta el drama, poner el mundo a arder y luego alejarte lentamente mientras disfrutas de la distancia— sacudo la cabeza —Agradecería si no intentas hacer ello conmigo, mejor ve a dedicarle tiempo a tu familia— sin mirarlo, le señalo la salida.

>>Señor McGee, retomemos desde el primer puente, creo que no hubo cambio de tono de voz y por ello se sintió cómo si no hubiera una transición del primer párrafo al coro— voy dando indicaciones.

Christopher me mira un momento, lo sé porque levanto la vista y lo observo con sus ojos enfocados en mí. Alzo una ceja en su dirección, como si le preguntara si le pasa algo.

Su mirada cae al suelo antes de volver a mi rostro.

No sé qué está pensando, no sé lo que quiere decir y no sé si su mente está en el presente, en el pasado o en el futuro, y siendo honesta, no quiero saberlo, darle importancia a él solo haría que él tuviera la posibilidad de jugar conmigo, y la verdad prefiero salir con el vecino gay enamorado de mi mejor amigo que con un idiota que no es consciente de los sentimientos de los demás.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora