Capítulo 20: la canción

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—Entendido, aquí no— Christopher está sin aire, inhala y exhala profundamente, yo lo imito, necesito calmarme —¿En mi casa o la tuya?— dice de repente, sus brazos me rodean.

Por un momento quedo estupefacta, y solo lo miro, mientras mi cerebro termina de procesar lo que acabo de escuchar, aunque no estoy muy segura de entenderlo todo bien.

—¿Qué dijiste?— pregunto, pensando que me he equivocado al interpretar lo que él dijo.

—Que si en mi casa o la tuya— su pulso parece más normal, inclina su cabeza, acerca mi cuerpo al suyo y se apoya en mi hombro —Tu mandas.

Parpadeo una, dos, tres y cuatro veces sin entender qué está pasando, de qué tengo el control, qué debo hacer, no, qué quiero hacer. Sacudo la cabeza e intento alejarme del hombre McGee sin mucho éxito.

—Creo que es mejor volver al trabajo— intento pararme, sin embargo él me abraza más fuerte y me atrae más hacia sí.

—No quiero, quédate un poco más así, por favor— su voz es amortiguada por mi hombro.

>>Si esto no va a escalar a más por el momento, déjame así un poco más, por favor— deje de intentar pararme, me acomode en su regazo, eso sí, aleje mi entrepierna de la suya.

Estuve a punto de tener relaciones sexuales con Christopher McGee en el estudio de su agencia, un lugar supervisado por cámaras, el cual es usado para crear mezclas de música, no de fluidos.

No sé ni lo que pienso, no estoy segura de estar haciéndolo bien, ni siquiera sé por qué me deje llevar, solo sé que por un momento desee al hombre debajo de mí mucho más de lo que alguna vez he deseado a otro hombre.

¿Se supone que así es cómo descubro que me gusta? Quiero darme un golpe en la cabeza, no puedo creer que acabo de pensar que este tonto me gusta, cuando a él no le gusta el romance y nuestra relación no pasaría de ser algo sexual.

Recuerda Navier, si no puedes construir un futuro con él, es mejor no ilusionarse, por lo tanto, es mejor no involucrarse.

—Realmente es usted hermosa, señorita Rask— Christopher deja un beso en mi cuello, el cual me hace estremecer por el escalofrío que genera en toda mi espalda.

—Pensé que era una cursi e inmadura— estoy lista para alejarme de él.

—Nunca vas a olvidar eso ¿no?— un suspiro sale por su boca.

—Jamás— me encojo de hombros, mientras pueda voy a recordárselo tanto a él, como a mí.

—Va a ser un matrimonio tormentoso— él sacude la cabeza —Al menos el sexo de reconciliación nunca va a faltar— me guiña un ojo.

Yo lo miro un momento, antes de mirar a todos lados de la habitación, sin buscar algo. Vuelvo mi vista a Christopher y ladeo la cabeza, no estoy muy segura de qué contestar.

—Necesito un lavado de oídos urgente— me pongo de pie y vuelo a mi asiento después de hacer un poco más de fuerza para alejarme del individuo.

Por el momento creo que lo mejor es ignorar todas esas palabras raras que él dice, porque lo único que están ocasionando es que mi cabeza se vuelva un ocho y piense si las imagine o si de verdad las dijo, aunque yo creo que solo lo hace por molestarme y porque el ambiente no se vuelva frío.

—Entonces...— aclaro mi garganta —La canción— mi vista vuelve a las hojas frente a mí.

—Se mía— solo dos palabras salen de su boca.

Como si hubiera activado algún tipo de mecanismo en mí cuello, este gira de una forma brusca y arrastra a la cabeza con él, casi me rompo el cuello de lo rápido que gire.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora