Por un momento Christopher se queda quieto, solo sosteniéndome cerca, abrazándome con fuerza, dejando que la lluvia caiga sobre nosotros mientras nos abrazamos y su respiración se normaliza.
Me pregunto si lo que he dicho lo ha dejado descolocado, lo cual no tendría sentido cuando es él quien me ha dejado a mi sin tiempo de procesar lo que está pasando a mi alrededor con la pedida de matrimonio.
—¿Qué quieres escuchar en esa canción, amor?— pregunta suavemente, su tono de voz es bajo.
—Lo que quieras contarme— lo aprieto fuerte contra mi —Solo quiero escucharte.
Dejamos de hablar, pero permanecemos cerca, sin movernos, estando conectados en formas a las que no estamos acostumbrados.
—Creo que tomar la sombrilla no nos salvará de la lluvia ahora— siento como inclina su cuerpo mientras aún me sostiene cerca, obligándome a agacharme un poco con él.
Río suavemente, estar tan cerca de Christopher no está resultando como esperaba, no puedo mentir y decir que las expectativas de hoy no eran sobre formalizar la relación, tal vez hablar de salir formalmente y ser exclusivos, tontear un poco, ir a citas, luego ser novios, y en un año o un poco más irnos a vivir juntos, comprometernos seis meses después de vivir juntos y casarnos tres meses después, sin embargo estoy comprometida en la primera cita.
¿Así se sienten los matrimonios arreglados? Lo conoces, aceptas y te casas... interesante.
—Vamos a secarte— tomo mi mano y me guia hacia el interior de la carpa.
.
Estornudo, me he resfriado, mi cuerpo se siente pesado y solo recientemente me ha bajado la fiebre, sin contar la horrible inyección a la que tuve que someterme para recuperar algo, aunque no fuera la dignidad.
Me acomodo entre las cobijas después de beber mi té de jengibre y miel, cierro los ojos y mi mente vuelve a reproducir las imágenes del fin de semana anterior.
Recuerdo la carpa blanca a la que caminé con Christopher para secarnos, la cual estaba equipada con un piso para impermeabilizarla, cojines en el suelo para poder acomodarnos, una mesa llena de botanas, y una guitarra al lado. También había dos pijamas de seda a juego que Christopher se había encargado de tener listas para que tuviéramos la misma ropa.
El lugar estaba diseñado para una cita de ensueño, un lugar donde pudo pasar toda la pedida de mano, pero como siempre hay que crear momentos que luego tengan consecuencias memorables, lo hicimos bajo la lluvia, donde nos empapamos, para luego tener que cambiarnos y no pensar en la ducha con agua caliente que necesitábamos con urgencia.
Cierro los ojos e intento respirar bien, mi nariz está tan congestionada que no sé cómo el oxígeno llega a mis pulmones.
—Eso te pasa por acelerada— la voz de Seth me trae al presente y me hace abrir los ojos.
—¿Qué tienen que ver la velocidad con las bajas defensas?— me quejo, mi voz suena bastante graciosa.
—Que no se ven las consecuencias hasta que es demasiado tarde— niega con la cabeza sentándose en mi cama —No te hiciste un manicure, no grabaste la pedida de mano, no tengo más prueba que tu testimonio y este hermoso anillo con corte de marqués— toma mi mano y la alza —Es grande.
>>Estoy realmente decepcionado de ti, no pensaste en mis sentimientos, en cómo me iba a sentir yo al no tener la primicia, aceleraste y no miraste atrás— hace un puchero con su boca, casi se ve más joven de lo que es.
Sé que Sethe no me va a dejar olvidar de este momento por el resto de mi vida, no me sorprendería que hasta antes de morir tuviera algo que decir sobre el asunto y quejarse sobre lo poco considerada que fui con él.
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Los Labios de Christopher
Literatura FemininaChistopher McGee es el mayor de cinco hermanos, dos de ellos son su viva imagen, son la fotocopia uno del otro, pero solo físicamente, si miras en su interior, es "único e irrepetible," lastimosamente eso lo refleja en su manera de actuar, no sabe s...