Capítulo 14: sin voz

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Un ruido, como cuando se dispara una cámara fotográfica, lo que me sorprende, hace que grite y salte cayendo contra el cuerpo de Christopher quien pierde el equilibrio y cae al suelo.

No sé cómo lo logro, pero pongo mi mano tras su cabeza antes de que esta golpee el suelo y pueda salir herido de gravedad. Hago una mueca de dolor, mi mano palpita después del impacto.

Mi corazón está acelerado mientras vuelvo al presente, ya no tengo la mano entrelazada con la de Christopher, pero casi todo mi cuerpo está en contacto con el de él, yo estoy encima de él y siento como mi ritmo cardiaco se acelera.

Lo admito, es una posición algo comprometedora, pero completamente inocente y sin ninguna otra intención que la de mantenerlo a salvo.

—Eres atrevida, Navier, no creía que te gusta ser exhibicionista, déjame yo me quito la venda— Christopher intenta retirar el trozo de tela que cubre sus ojos, pero yo lo evito apartando su mano, aunque ello solo hace que mi rostro quedé más cerca del tuyo.

>>Puedo respirar tu olor, y ello es abrumador— él susurra para sí mismo, sin embargo yo lo escucho.

Siento el calor apoderarse de mi nuca y un peso en mi pecho. Trago saliva, un vaso de agua fría con mucho hielo no suena para nada mal en este momento.

Christopher inhala de forma profunda y su cabeza se alza, como si buscara estar más cerca de mí, no estoy segura de si el calor corporal no le molesta, pero a mi me tiene cuestionando qué estoy haciendo con el hombre a quien desprecio.

—Christopher— lo llamo, aunque parece inútil, él no tiene intención de que estemos alejados.

Sus brazos me rodean fuertemente y me aprietan contra él.

—Solo uno poco más, por favor— su frente se apoya en mi hombro y yo siento que estamos en la posición más incómoda del mundo.

Estoy sobre él, cubriendo su cuerpo con el mío, con sus brazos rodeándome, mis manos apoyadas a cada lado de su cuerpo para mantener cierta distancia y él forzando su cabeza a mantenerse en alto para poder apoyarla en mí.

Sí, definitivamente es incómodo, pero al mismo tiempo siento como compartimos calor corporal y de alguna forma ello está moviendo mis hormonas.

—Hey, McGee, creo que debemos continuar, hay gente que quiere seguir— doy razones para poder empujarlo y finalmente él deja caer con delicadeza su cabeza al suelo.

Ni siquiera estoy segura de si es cierto, aunque en parte lo es, por la fila tan larga que tuvimos que hacer, sin embargo no nos explicaron mucho de lo que se trata está ruta, pensé que alguien nos acompañaría, ahora me doy cuenta de lo equivocada que estoy porque en este momento mi instinto es lo único que nos mantiene avanzando.

—Está bien— Christopher responde, su voz está algo ronca, y parece que intenta controlar su respiración por medio de bocanas grandes de aire.

Me paro rápido para alejarme de él y tomar control de mi cuerpo, lo necesito.

Esto es trabajo, Navier, es solo trabajo, tuviste suficiente con la cita de ayer, no es momento de ilusionarte con algo más. Además, es Christopher McGee, el insensible hombre que habló mal de tus canciones por ser románticas. No entiendes qué tienes que hacer y tampoco lo que sientes, perfecto.

Cuando recupero un poco de cordura, miro a Christopher, quién sigue en el suelo y a quien su pecho está haciendo movimientos bastantes marcados, sube y baja rápidamente, sin embargo logra verse el cambio de lugar, es extraño.

—Levántate, hay que seguir— le ordeno, ni siquiera suavizo el tono de mi voz cuando lo digo.

—Ayúdame, por favor— él estira su mano en el aire y hacia arriba, esperando a que yo la tome.

Los Labios de ChristopherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora