Capítulo 35

3.7K 213 31
                                    

La tarde pasó tranquila después de que Anne no pudiese más con Harry y decidiese irse. Y sí, no pudo más con el molestoso, sarcástico y molestoso de su hijo. Éste, al poco rato de bajar y ver a su madre, no dudo en comenzar a hacer bromas pesadas y barbaridades contra ella.

—¿Vamos a comer ya?... ¿O es necesario que vaya a lavarme las manos? Oh, sí, creo que tengo las manos tremendamente sucias. Con tanta banana la mano se me ha quedado asquerosa —Ladeó el rostro y sonrió. Anne tenía cara de póquer, lo miraba a los ojos con la mandíbula apretada. Lo asesinaba con la mirada y a él no le importaba. Aquella mirada que le brindó Anne a Harry me recordó a aquellas con las cuales todas las madres se comunicaban con sus hijos y les decían: "Espera a que se vayan, espera, cariño. Espera a que se vaya y verás cómo te rompo el culo a palmadas, espera." Sí, de esas miradas.

Y bueno, muchas cosas más de las cuales no diré más. Harry Styles era tan molestoso como inteligente, y eso era bastante. Un Grammy para Anne Styles, por favor; por ser de aquellas madres tan pacientes y que han resistido darle un buen porrazo a sus hijos. ¡Bravo, bravo, bravo!

—Has sido un desastre con Anne, Harry. No has debido de ser tan irritante con ella, ¡suficiente tiene con que estés enfermo! —Me cruzo de brazos y él rueda los ojos. Lleva sus manos hacia sus gafas y las baja un poco.

—Ella comenzó.

—¡Eso es totalmente infantil!

—¡Claro que no! —Contestó—. Ella es quién desconfió de su hijo —Se vuelve a subir las gafas y continua con las narices metidas en el libro de Física. Negué con la cabeza y bufé.

—Ponte una bendita camiseta ya, Marcel. No vas a mejorar absolutamente nada andando en bóxer por la casa —Gruño y él vuelve a mirarme. Se baja las gafas por segunda vez y me sonríe.

—¿No te gusta lo que ves? — me guiña. Sello mis labios para evitar que alguna sonrisa tonta delate que quiero reírme, se supone que estoy enojada con él por lo que le hizo a Anne, quién aunque no se haya ido de mala gana, no debió pasar por las barbaridades de su hijo—. Lo supuse —Rio... Y estornudó.

Y hasta estornudando era malditamente tierno, ¡era como un pequeño conejito!

—Eres un engreído de primera —Bufé y él rio más aún—. ¡Y ponte ya una camiseta que vas a empeorar!

—Claro que no, nena —Negó con la cabeza y se subió los lentes por segunda vez.

Rodé los ojos. Él era imposible.

Me acerqué al sofá que se encontraba al lado de su cama y tomé mi teléfono móvil, me fijé en la hora y luego miré a la ventana; ya anochecería. Desbloqueé el móvil y le envié un mensaje a Nanny, diciéndole que pasaría a recoger unas cosas. Ella me contestó que vería algunas prendas en mi armario y diciendo que conociéndome, me llevaría todo lo que era veraniego para verme bien ante Harry. Aquello me puso tan roja como un tomate, agradecí internamente el hecho de que mi chico no estuviese fijándose en mí en este instante.

—Bien, me voy ya —dije y sonreí guardando el teléfono en mi bolsillo.

—¿Qué? —Frunció el ceño el ruloso en frente mío y dejó su libro a un lado de la cama—. ¿A dónde? —preguntó posesivamente.

Rodé los ojos.

—No sé tú, pero tengo un lugar al cual llamo casa y necesito acudir a él ahora mismo —Le dije sarcásticamente y él se quedó callado, con la mirada perdida en la pared y diciendo algunos segundos después:

—Vamos.

—Creo que esa palabra incluye muchas personas —Puse mi mano sobre su pecho, deteniéndolo cuando pretendía levantarse para cambiarse.

NERD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora