Capítulo 1

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    Nuevo día, nueva pesadilla. Así era todos los días para mí, era algo cansado hacer lo mismo todos los días, cada vez la humanidad se estaba volviendo más… Sedentaria. Sí, probablemente esa era la palabra que nos definiría. Mientras tarareaba algún ritmo, lavé los trastes que usé y luego me lavé los dientes, finalmente; me dirige a mi habitación, guardé el pedido que tenía para hoy y por fin salí de casa.

    Hoy corría viento como era de costumbre, caminé lentamente después de ver que aún estaba a tiempo y llegaría anticipado a la escuela. Algo perdido, observé mis zapatos; debía darles una lustrada tal vez al volver a casa. Acomodé un poco mi chaleco, estirándolo hacia abajo y quedando augusto. Cuando llegué a la escuela, me dirige tranquilamente hacia mi casillero, como siempre siendo la atención y burla de todos. Y también como siempre, decidí ignorarlos. Observé que de mi casillero cayeron algunas hojas, el contenido eran puras vulgaridades que me enviaban, tomé todos estos y los uní. Tomé mis libros en un brazo, y al pasar por el primer basurero de reciclar, tiré las inservibles hojas. Caminé de manera tranquila a la primera clase; Matemáticas. No era mi favorita, pero tampoco era algo de otro mundo, aunque lo que nos enseñaban ahora, no era nada de lo que nos vendría en la universidad. No entendía como alguno de los alumnos que se encontraba en esta escuela, llegaría a una universidad si es que encargaban a los demás hacer sus trabajos.

                                                                                                                                                                       

    —Oye, imbécil.

    Oí la voz del desagradable capitán de fútbol, su mano golpeó contra mi mesa al no verme reaccionar ante su brusca forma de hablar. Omití su segundo llamado, pero el tercero no pude pasarlo por alto, me exasperó mucho. Este tipo era inaguantable.

    —¿Qué quieres? —le pregunté y contesté indiferente, continuando escribiendo la clase que la profesora había escrito sobre la pizarra, que era algo mucho más importante que atender a una persona como éste, por supuesto.

    —¿Mi tarea? —preguntó por segunda vez, rodando los ojos.

    —En mi mochila —contesté, viendo detrás de él y observando nuevamente lo escrito en la pizarra.

    —¿Y qué esperas para dármela? —elevó una ceja, observándome despectivamente.

    —Los veinte —pedí, dejando mi lapicero a un lado de mi libreta de notas y prestándole atención al individuo frente mío.

    —Joder, dame la tarea, nerd de mierda —espetó con vulgaridad, golpeando por tercera vez mi mesa. Me agotaba su estúpida actitud de brabucón. ¿Qué no se cansaba?

    —No hay dinero, no hay tarea —me encogí de hombros, cruzándome de brazos de manera desinteresada, la tarea había estado bastante fácil, pero como el tipo es tan vago, no quiso hacerla y ahora debía pagarme.

    —¡Dámela ya, Marcel! —gruñó, llamando la atención de algunas personas, quiénes no hicieron nada y luego continuaron conversando como si estuviésemos en un centro cualquiera y no en una escuela.

    —Day y Styles, ¿qué pasa ahí? —preguntó la profesora, bajando levemente sus gafas y esperando alguna respuesta.

    —Me he golpeado el dedo, profesora, lo siento —contestó tontamente Day, brindándole una falsa sonrisa y convenciéndola; logrando que ésta vuelva su mirada al cuaderno que revisaba—. Dame la bendita tarea —se dirijo nuevamente a mí.

    —Veinte —repetí encogiéndome de hombros nuevamente, demostrándole que su brabucona manera de actuar no provocaba algún efecto de temor sobre mí.

NERD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora