Capítulo 30

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Es de noche y la luna es mi única compañera. Aunque estoy dudando de ello. Sé que hace cierto tiempo mi vista se ha perdido en el vacío, pero no hago nada para salir de mi sueño mientras estoy despierto. La voz quebrada de Daphne resuena una y otra vez en mi cabeza, y cada vez que mi mente la recuerda, es como si rayos se incrustasen en mi pecho.

Me repito una y otra vez que es lo que hice, pero no puedo captar mi error; o simplemente lo hago, pero no quiero aceptarlo. Me he comportado como un completo idiota, igual o peor que el imbécil de su exnovio. ¿Pero qué me ha pasado por la mente? Los celos me nublaron la vista y me obligaron a pensar lo que pensé. Y Daphne no me quería ver ni en pintura. Le he timbrado al teléfono mil veces, y no me ha cogido ni una llamada. No sé qué rayos hacer. No puedo ir a su casa porque lo más seguro es que me haya prohibido el paso. Y no quisiera exagerar, no es como si pensase que Daphne divague su vida como tirando flores, pero sé que está lo suficientemente enojada conmigo.

Sólo le rogaría que no me odiase.

No quiero su odio, pero tampoco puedo pedirle que me ame más que a nada en la situación que estamos... Aunque no lo evitaría si fuese así. Me pregunto que estará haciendo en este momento; ¿Pensará en mí? ¿Pensará que no la quiero? ¿Habrá pasado esa idea por su cabeza siquiera?... ¿Habrá llorado por mí? Quisiera decir que no, pero en el poco tiempo que he estado con Daphne, sé lo vulnerable que puede llegar a ser.

No dudo de que me ame, porque yo la amo incluso más. Pero me carcome la ansiedad y me pregunto nuevamente si ella pensará que no la quiero. No quiero que piense eso, porque he sido muy sincero cuando me he declarado con ella, y sé que ella también lo fue conmigo. Sin embargo, demostré todo lo contario esta tarde. Me maldigo una y otra vez por haber actuado de esa manera, y también maldigo al estúpido de Andrés por ocasionar tantos problemas entre nosotros. Lo odiaré por el resto de mi vida sin importar qué.

Me levanto del sofá aún en plena oscuridad. Mi teléfono vibra anunciando que un nuevo mensaje ha llegado, y esperanzado, reviso si ha sido de Daphne, aunque muy en fondo sé que no sería ella. Es un mensaje de mi madre, quién me desea buenas noches y le manda saludos a Daphne. Suspiro. Me disculpo mentalmente el no desearle las buenas noches de vuelta, pero la verdad es que no tengo ánimos. Dejo mi teléfono sobre el velador de mi cama, y aún sin haberme puesto la ropa de dormir, me hecho en el colchón; mirando al techo y perdiéndome nuevamente en mis pensamientos.

Recuerdo su sonrisa, su risa y su manera pícara de mirarme. Quería a ponerme a llorar como un niño de tan sólo pensar que ella no volverá a sonreírme. Pero me niego a ello. Por más que egoísta que suene, sé que esa estúpida apuesta me une de cierta manera a ella, más incluso de lo que estoy ya... ¿Pero qué mierdas estoy diciendo? Esa estúpida apuesta no me une a ella, me une lo que siento por ella y punto. Ni siquiera ha terminado aún el día y ya estoy martirizándome. Tengo que recuperarla y pronto.

                                                                                                                                                                                                               

El calor comienza a inundar de a pocos mi cuerpo y mi respiración es agitada. Miro de un lado a otro intentando encontrarla, pero no logro nada. Estoy malditamente angustiado. ¿Será que no ha venido? He buscado a sus amigas, pero Jazmín Day, que ha sido a la única a la que he visto hasta el momento, no ha querido decirme nada y se ha alejado muy furiosa. ¿Es que todo el mundo sabe ahora que es lo que nos ha pasado? Detesto ahora más que nada que Daphne sea la chica popular de la escuela y que todo el mundo sepa lo que pase en su vida. Sin embargo, ahora nadie sabe dónde está, es eso o todos se han puesto en mi contra. Joder. Estoy que no puedo de la desesperación y necesito encontrarla. Ignoro mi subconsciente; el cual me grita que debería dejarla, pero sé que aquella idea es, probablemente, una de las más estúpidas que se me ha podido pasar por la mente. No estoy dispuesto a dejar a Daphne Hurley ni aunque tenga miles de armas apuntándome.

NERD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora