Capítulo 12

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    Mis ojos la observaron de arriba abajo, de manera tonta e hipnotizada. Mis ojos no pudieron evitar perderse en sus senos. Joder, era un chico, ¿vale? Era comprensible esta situación. Resistí la respiración unos cuantos segundos, quitando la mirada de su cuerpo y llevando mis manos hacia mis pantalones, donde algo había despertado recientemente.

    —¿Y qué tal? —sonríe ella, siendo consciente de mi sensible situación. Pero ella sólo sonreía pretendiendo lucir inocente, como si nada pasara.

    —Sabes perfectamente lo que me está pasando ahora —me quejé. Mis dientes atraparon mi labio inferior, resistiéndome a volver a verla. Santo Dios, líbrame de ésta demonio.

    —No, no lo sé —niega—. ¿Por qué tan nervioso, Hazzie?

    —No… No estoy nervioso —mi voz fue temblorosa y maldije internamente aquello.

    —¿Ah, no? —Ríe suavemente, pero hay maldad en el fondo—. ¿Y sí me acerco un poquito… más? —Retrocedí por instinto, siendo luego levemente empujado por sus manos sobre mi pecho, acariciándome de manera peligrosa—. ¿Por qué te alejas? No daño.

    —Estás dañándome ahora —declaré.

    —¿Por qué? —mi espalda quedó contra la pared, a su favor. Colocó sus manos a cada lado mío, me tenía acorralado. Sus pechos contra el mío.

    —Daphne… No me hagas esto —susurré, cerrando los ojos con fuerza. No le haría nada en un lugar como éste, no, yo podía resistir.

    —Miedoso —susurró en mi oído de manera provocadora.

    —No —negué.

    —Sí.

    —No.

    —S…

    Mis manos atraparon sus mejillas y mis labios se presionaron contra los suyos. Ella sonrió con los ojos cerrados. Mi cuerpo muy junto al de ella, sus manos jalaron despacio de mi cabello, presionando también sobre mi nuca y haciendo que mis labios se juntaran con más profundidad sobre los suyos. No había centímetro que nos separase. Estábamos muy juntos… Y eso me encantaba.

    En un ágil movimiento, mis manos se dirigieron a su cintura y sin tanta fuerza, pude tenerla contra la pared, esta vez a mi favor. Se arqueó levemente, sintiendo el frío del muro a la que su piel estaba expuesta. Gimió en mis labios. Presioné un poco mis dedos sobre su cintura, pegándola a mí y haciendo que me sintiese. Que sintiese como me ponía. Jadeó. Mi dureza no daba a más, necesitaba ser liberado ya mismo.

    —Señorita, ¿está ahí? —llamaron detrás de las cortinas. Solté de manera inmediata a Daphne. Miles de palabrotas inundaban mi mente, maldiciendo a aquella persona fuera que nos interrumpía en un momento tan… Caliente. Daphne me susurró que guardase silencio y asentí ante aquello, girándome sobre mis talones y dejando de ver su cuerpo.

    —¿Perdón? —Daphne logró sonar tranquila, aunque su respiración era un poco agitada aún.

    —¿Está todo bien? —preguntó de vuelta la mujer afuera.

    —Sí…, esto…, salgo en un momento —su voz era segura, mientras que yo no podía controlarme siquiera un poco. Los pasos de la mujer pronto se alejaron, y entonces Daphne soltó una risotada.

    —¿Qué pasó, Hazzie? —sonríe

    —¿Por qué te gusta dejarme así? —reclamé.

    —¿Así, cómo?

    —No te hagas.

     —No sé de qué hablas —se cruzó de brazos, sin borrar la sonrisa de sus labios. Rayos, le encantaba burlarse de mí a cada momento. Pero es que ese conjunto negro… Dios mío, reviviría hasta al más viejo de los muertos.

NERD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora