Capítulo 51

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El timbre suena, y soy un mar de lágrimas. Dejo la carta a un lado sobre la cama, mis dedos limpiando mis mejillas después de manera torpe, pero los sollozos no me abandonan y me siento como una niña pequeña. <<Daphne, cálmate. Deja de llorar o te arruinarás>> Me dice mi niña interior, haciendo un mohín. Oigo la puerta principal abrirse y no distingo más que ecos que no logro siquiera entender. Camino hacia el tocador y tomo un paño, limpiando con cuidado bajo mis ojos, cuidando de arruinarme el rímel. Tres toques en mi puerta resuenan en la habitación, y a continuación me sorprende la voz de mi padre:

—¿Daphne? ¿Nena?

Me tenso, quedando estática por un momento. Los nervios de pronto se apoderan de mi cuerpo, y mi mente me repite una y otra vez: <<¡Te lo dije!>>, y maldigo el momento en que no hablé con papá de esto. Él definitivamente no ha de estar feliz si ha visto a Harry llegar. Nadie estaría feliz de ver a la persona que dañó a su hija o hijo, esperando en la puerta a que ésta salga para ir a una cita; no, en absoluto. Camino hacia la puerta y tomó tanto aire como puedo, abriendo la puerta luego y mirando a mi padre. Detesto no poder leer sus ojos, no cuando casi siempre puedo hacerlo. Casi, porque solo no logro descifrar lo que pasa por su mente cuando se encuentra muy enojado.

—Papá...

—Usted y yo tendremos una charla ahora mismo, señorita Hurley. El joven Styles puede esperar tranquilamente en la sala junto a Calvin —dijo de manera seria, y mi rostro enrojeció de la pena.

Oh, Harry y Calvin eran tan buenos amigos... Y más aún después de todo este tiempo, por supuesto.

Asiento despacio con la cabeza y me hago a un lado de la puerta, mi padre ingresa a mi habitación, sus ojos fijándose en la carta en mi cama, más parece obviarla y se sienta en el sofá. Suelta un pesado suspiro, negando despacio con la cabeza, como debatiéndose algo interiormente. Cierro la puerta, y camino hacia mi cama, soltando un suspiro tal y como mi padre lo hizo antes. Sé que me espera una larga charla, y mis labios no muestran emoción; lo que menos esperaba ahora era demorar más para ver a Harry. Pero comprendo a mi padre, tengo qué.

—¿Qué hace él aquí?

—P-papá, por favor...

—Daphne, sólo quiero que me respondas eso, ¿de acuerdo? —levanta la mirada del suelo, sus manos cruzadas sobre sus rodillas y su cuerpo ligeramente encorvado, más recupera su principal postura a los segundos—. ¿Por qué Harry está aquí? Creí que habíamos hablado de esto antes. Creí que había prohibido la entrada de ese chico a esta casa, sabías perfectamente eso, Daphne, no quería a ese chico en mi casa cuando ha dañado a mi hija. Lo sabías muy bien.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, por millonésima vez.

Bajé la mirada, mordí mi labio inferior para que no se corvara hacia abajo y soltara sollozo alguno.

—L-lo siento... Lo siento, papi —susurré apenas, y un sollozo escapó de mi boca. Mordí mi labio con fuerza—. Yo...

—Daphne, amor... —niega, suspirando nuevamente, peleando consigo mismo; lo sabía—. No puedo permitir...

—No puedo más, papá, no quiero estar lejos de Harry, por favor —murmuré temblorosa sin querer. Presioné las uñas de mis dedos índices contra las yemas de mis pulgares, nerviosa, lo suficientemente tensa—. Él no me hizo daño, papá, lo prometo, él no ha causado problemas. —Papá frunció el ceño.

NERD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora