Capítulo 14

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     Una sonrisa se formó en sus labios, mientras sus mejillas eran adornadas por un suave color rosa y sus hermosos hoyuelos salían a la vista.

     —No quiero que nuestro día acabe así —susurró y se acercó a mí nuevamente, besando mi tez esta vez—. No por la culpa de un idiota como Austin.

     —Lo siento —suspiré.

     —Quiero que sonrías, por favor —posó suavemente su mano sobre mi barbilla, levantando mi rostro, sus labios estando muy cerca a los míos—. Por favor —sonrió abiertamente, provocando que una risa saliese de mis labios y una boba sonrisa se forme en mis labios al notar mucho más sus hoyuelos, deseando adentrar mis dedos en éstos y así morir en paz—. Así está mejor —asintió, sonriendo nuevamente.

     —¿A dónde planeas ir ahora?

     —Podemos terminar las bebidas en otro lugar —dice, prendiendo la camioneta.

     —¿Cómo por ejemplo? —continué preguntando, curiosa.

     —Sólo espera —me guiña… Y me siento morir.

                                                                                                                                                                                    

     Hora y media más tarde, nos encontrábamos saliendo de la sala de cine de la película de Drácula. El montón de gente salía hablando y tratando sobre alguna que otra escena de la película, sin embargo, nosotros no. Marcel se encontraba riendo de la película y de mí, y quería callarlo ya mismo… Pero no podía.

     —No entendí la parte final, ¡explícame! —pedí por tercera vez. Inspeccioné la escena una vez más en mi mente, tratando entender del todo el final, pero no lo lograba. Lo tenía en la mente, pero no sabía descifrarlo correctamente. Marcel me abrazó por los hombros y yo me abracé a su cintura.

     —¿Sabes? Esa película ha sido muy diferente a lo que he leído —comenta—. Es decir… El conde era un héroe ahí, y…

     —¡Harry, por favor!

     —Vale, vale —ríe—. Se reencontró con su esposa en la otra vida, es todo —explica.

     —¡Eso! ¡Lo tenía! —él ríe.

     —¿Te ha gustado la película? —preguntó. Asentí con la cabeza y me acerqué a él, dejando un beso en su mejilla.

     —Sí, gracias, Harry.

     —Me alegra —sonríe y besa mi cabello.

     —¿Qué hora tienes? —le pregunté, guardando mi teléfono en mi bolsillo. Estaba sin batería.

     —Supongo que algo de… Las ocho —se encoje de hombros.

     —¿Por qué supones?

     —Porque mi móvil está muerto.

     —Mi teléfono también —murmullé—. ¿Vamos a casa entonces?

     —¿A la tuya o a la mía? —levanté la mirada, como si lo que hubiese dicho fuese lo más maravilloso. Y bueno, tal vez en parte lo fuese. Silencié. Era la primera vez que Harry me invitaba a su casa. Una sonrisa algo maquiavélica se formó en mis labios y no dudé en elegir.

     —Vamos a la tuya.

     El camino a la casa fue corto realmente, Marcel me observó al detener el auto, y con una sonrisa, me anuncia que llegamos.

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