NERD.

Capítulo 39

Una semana más y Harry Styles sigue en cama sin recuperarse... O al menos eso me hace pensar. Una semana más fuera de casa y mamá está pidiéndome que vuelva a casa ya, y aunque le insisto en unos días más, ella me dice que no quiere que papá se moleste... Pero tampoco es como si quisiese dejar a Harry, quién no deja los estornudos y la tos todavía. Quisiera que se recupere ya, y le he insistido junto a Anne para que vaya al médico y le pongan una buena inyección de una vez, pero el muy niño no quiere y realiza berrinches. Nuevo descubrimiento: Harry odia las inyecciones. Le teme a las agujas tanto como detesta que los chicos me miren, según dijo. Y supongo que eso es bastante.

Lentamente y con mucho cuidado, retiro su brazo de mi cintura y su pierna de encima de la mía. El chico se remueve, pero no se levanta y suspira. Yo suspiro de alivio. Miro la hora en el reloj que tiene sobre la cómoda y veo que aún es temprano, pero sé que debo ser precavida si no quiero llegar tarde. Lo contemplo durmiendo y me dan unas ganas tremendas de faltar a la escuela y quedarme con él todo el día, y sé que él no se opondría, pero no quisiera que papá ni mamá se enojen conmigo si se llegasen a enterar de que he faltado y le echasen la culpa a Harry de ello. Ellos sí que son divertidos, pero tienen también un límite; aunque no me intranquiliza el hecho de que vayan a la escuela y pregunten por mis notas, porque debo aceptarlo, mis calificaciones han estado mejorando teniendo a Harry como tutor, quién a pesar de estar mal de salud, no ha dejado de ayudarme en las tareas al volver de la escuela. Yo lo cuido y le traigo los apuntes de la escuela, y él me ayuda con los deberes, creo que es un intercambio justo, aunque procuraré aprovecharme más de ello, sí que sí.

Una vez lista, me observo en el espejo como siempre y quedo satisfecha. Me alegra mucho el hecho de que no estamos peleando tanto ahora después de que hemos aclarado las cosas, y no es como si fuese algún milagro el hecho de que no hayamos discutido últimamente, pero me gusta estar tranquila junto a él sin tener que estar con silencios incómodos. Abro la puerta del baño despacio y veo que él aún está entre las nubes, soñando con quién sabe qué. Aunque daría de todo por saber porque lleva esa tonta sonrisa entre sueños... Aunque no me es difícil saber del todo en que sueña cuando se lleva la mano dentro del bóxer. Pervertido sin remedio. Sin importar aquello, me acerco a él y beso su tez para despedirme de él. Él no se da cuenta y tan sólo sigue durmiendo. Tomo mi bolso y de puntillas me dirijo a la puerta de la habitación con dirección al pasillo, y es entonces que observo que el ruloso en la cama comienza a topar con la mano sobre toda la cama, y al no encontrarme, abre los ojos abruptamente.

—Daphne.

Dice, y cierro la puerta apenas pronuncia mi nombre. Bajo las escaleras rápidamente, me dirijo a la cocina y bebo del jugo que dejé minutos antes de irme a alistar. Tomo las llaves que Harry me ha dado y las cuales Gemma antes poseía para que pudiese entrar libremente a la casa, ¡pero ahora me pertenecen a mí, y eso es genial! Gemma antes vivía con Harry, Anne y Des habían decidido conseguir una pequeña casa para que pueda vivir Gemma ahí por la universidad, pero Harry terminó por pasar más tiempo ahí y Gemma, que realizaba gastos para la universidad, terminó por volver a la casa de sus padres y dejándole a Harry la casa. ¡Cuando no Harry saliéndose con la suya...! En fin.

—¡Daphne Hurley, no vas a huir de mí ni aunque fuese lo que más quisieras en esta tierra! —grita y sé que está bajando las escaleras a toda velocidad. No puedo evitar reír. Le echo un vistazo a mi reloj de mano y calculo que si huyo ahora mismo llegaré puntual, así que corro con todas mis fuerzas  hacia la puerta principal—. Ah, ah, ah, señorita. ¿Cree que puede usarme como oso de peluche toda la noche y dejarme a la mañana siguiente así como así? No, no, no. Se ha equivocado de chico. Yo no soy un chico de una sola noche —Dice y me atrapa en sus brazos. Suelto una carcajada y él también. Levanto la vista y veo la puerta trasera, maldigo internamente el hecho de que no se me haya pasado salir por ahí antes..., aunque de igual manera él hubiese salido y me hubiese atrapado; me hubiese sido más difícil subir al auto. Él me gira en sus brazos y rio más fuerte aún.