Capítulo 25

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Aquel leve susurro hizo que mi mente sea un loquerío y que mi corazón estallara y se detuviese. Miré directamente a sus ojos, deseando confirmar tal vez, si lo que había oído era real, que era real y no era sólo un juego de mi mente. Sus brazos me abrigaron y mi cabeza se recostó suavemente sobre su pecho, sintiendo la manera rápida en la que latía su corazón.

Él me ama.

Harry me ama.

Las lágrimas me inundaron por segunda vez, me encontraba muy sensible ahora mismo, y ya no me importaba que él me viese llorar. Lloraba de felicidad, y él tenía que saberlo claramente. Amaba a Marcel y quería gritarlo con todas mis fuerzas, pero sólo podía limitarme a silenciar y disfrutar de un momento tan precioso como éste. Me abracé con fuerza a su cuerpo, mientras aspiraba aquel suave aroma que lo identificaba, aquel suave aroma que se había convertido en mi favorito en tan poco tiempo. Solté un suspiro. Harry acarició mi cabello y dejó un beso sobre éste. El silencio que presenciábamos no era uno incómodo, sino uno en el que expresábamos nuestros sentimientos de alguna manera.

—Gracias. —susurré. Cerré los ojos, dejándome llevar por sus brazos y la protección que sentía al estar entre éstos.

—¿Por qué me agradeces? —pregunta, algo confuso tal vez. Sonreí levemente.

—Por corresponderme.

Contesté. Él silenció y pude sentir la sonrisa sobre sus labios. Ahora era el momento en que me preguntaba:

¿En qué momento me enamoré tan rápido?

No podía describir lo que sentía al verlo sonreír, al verlo reír o la alegría que me expresaba al hacer cualquier tontería para hacerme feliz, amaba las pequeñas cosas que, aunque él no sabía, lo hacían especial para mí. No podía controlar mi corazón, la felicidad me inundaba, me sentía dichosa.

Me separé despacio de él, me soltó de manera suave también. Ladeó un poco la cabeza, mientras una débil sonrisa aparecía por sus labios nuevamente. Llevé mis manos hacia su rostro, mis pulgares pasaron suavemente por debajo de sus ojos, dónde aquel fantasma del llanto aún se encontraba. Él había llorado por mí, y no me gustaba nada aquello.

—Prométeme que no volverás a llorar por mí —pedí, él abrió los ojos algo sorprendido, confuso ante mi petición—. Promételo, Harry.

—... Lo prometo. —susurró débilmente. Rogué de manera interna que cumpliese su promesa, sabía que Harry no era de llorar mucho, ésta había sido sólo la segunda vez que lo había visto llorar, y el dolor que sentía al verlo mal crecía y crecía más dentro de mí.

—Gracias. —sonreí ligeramente y dejé un beso sobre su mejilla. Él ríe suavemente y me abraza de nuevo, esta vez escondiendo su rostro sobre mi cuello y provocándome cosquillas. Reí fuertemente y me removí un poco, causando más risas en él.

—¡Momento de las cosquillas!

—¡No! —grité riendo e intentando tomar la almohada, pero fallé en el intento y él me recostó sobre la cama, realizando el movimiento respectivo: Cosquillas. Reía con fuerza y movía las piernas sin poder resistir más. Harry reía también, mientras aumentaba y aumentaba aquellos movimientos sobre mi piel—. Basta, por... Por favor —rogaba, pero él parecía no querer detenerse, aunque a los segundos se detuvo. Rápidamente jalé de una de sus almohadas, golpeándole sin fuerza sobre la cabeza. Él levantó la mirada. Tomó otra de las almohadas y comenzamos una guerra de almohadas.

                                                                                                                                                                                                                                        

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