Capítulo 13

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     Me creyó. Estaba jodidamente aliviado. Ella tenía razón, sabía que no me había pajeado en un baño público, no podía hacerlo, pero de todas maneras, traté de bajar mi dureza y ella me llamó en el momento en el que me tocaba despacio. Pero la confundí y me creyó. Genial. Por más frío y tosco que sonase…, engañar a Daphne no sería tan difícil. Mientras rápido más sea, más rápido terminará el acuerdo. Nadie sufrirá.

     —¿Adónde quieres ir ahora? —me sonríe Daphne.

     —Adónde tú quieras —sonreí de la misma manera, perdiéndome en sus labios—. Pero, ¿te parece si primero dejamos las compras en el auto? —ella asintió.

     Después de haber dejado las compras en el respectivo lugar, Daphne optó por ir a un café, dijo que casi siempre iba ahí con Emily y que preparaban unos pastelillos deliciosos, que era necesario que los probase. Jaló de mi mano y casi corriendo y entre risas, llegamos al lugar. Al terminar de hacer los pedidos, nos dirigimos a una de las mesas, sentándonos frente a frente. Ella sonreía despreocupadamente, mientras yo… Yo pensaba en que hacer ahora.

     ¿Qué se supone que debe hacer un chico para mostrar que está interesado en la chica que le gusta? No tengo idea. Ella dispuso a hablar conmigo, pero pronto su mirada se perdió en algo o alguien detrás de mí. Su rostro entristeció, así, de la nada.

     —¿Pasa algo? —pregunté. Ella pareció salir de su pequeño trance, mirándome ahora y mostrándome una notable forzada sonrisa.

     —No —negó con la sonrisa impregnada en sus labios, pero sus ojos decían todo lo contrario. Dispuse a girarme, pero ella se acercó de manera inmediata, evitando que lo haga.

     —Yo… Creo que… —intentaba decirme algo, pero no lograba poder pronunciarlo. Me miró nuevamente a los ojos y tan sólo se alejó, sin decir nada. Las bebidas llegaron pronto a nuestra mesa—. ¿Te gusta el café? —preguntó, intentando establecer una conversación. Suspiré y opté por sonreírle.

     —Sí, me ayuda algunas veces cuando debo quedarme hasta tarde haciendo los deberes —ella soltó una risita, nerviosa. Tomé mi bebida en manos y di un sorbo, pero Daphne sólo observó la suya y quedó perdida en sus pensamientos. Daría lo que fuese por saber lo que pasaba por su mente. Lucía muy entristecida, no sabía por qué y estaba escandalizándome por ello. Se encontraba pensativa y sus ojos mostraban… ¿Dolor? No sabía si podía asegurar aquello—. ¿Estás bien? —pregunté, acomodándome esta vez a su lado, observándola de más cerca. Ella asintió—. Si pasa algo, házmelo saber, Daphne.

     —C-creo que debemos irnos —apenas susurró—. ¿Está bien? —asentí.

     Subimos tranquilamente y en silencio a la camioneta cuando nos encontrábamos en el estacionamiento ya. Opté por manejar esta vez. No podía dejar de observarla, no había probado la bebida o algo, estaba muy callada y estaba algo angustiado. Estaba muy ansiosa antes y de repente todo ha cambiado, de la nada.

     —Daphne, dime que sucede, por favor —suspiré.

     —¿Uh? —Ella levantó la mirada—. No pasa nada, lo siento —sonríe apenada. Suspiré.

     Ella no me lo diría.

                                                                                                                                        

                                                                                                                                         

     Este era el momento preciso en el que me preguntaba: «¿Había sido una más para él?» Miles de recuerdos me inundaron de repente; nuestra primera cita, nuestro primer beso…, los mensajes de amor, los pequeños pero hermosos regalos que me daba, ¿todo había sido insignificante para él?

     Sus manos acariciaban los de otra chica. Sus labios tocaban los de otra chica… Aquello me dolía en lo más profundo, por más tonto que suene para algunos… Me dolía.

     Yo sí había amado a Austin, ¿acaso él no a mí?

     Era irónico que me preguntase eso ahora, ya que cuando terminé nuestra relación, apenas unos días después fui a una fiesta y bailé, disfruté al lado de otro chico. Pero lo que realmente deseaba era que mi orgullo fuese mayor y mi corazón olvidase a Austin, ese era mi propósito. Sin embargo, de nada había servido, aún permanecía ligada a él.

     El haber estado estos días con Harry, de alguna u otra forma, me había despejado la mente. Me había divertido bastante y ahora estaba aceptando que, que tal vez él no era quién yo creía que era. Que no era un tipo aburrido y ridículo. Harry tenía su manera de divertirse y ser original, era tierno también, sin querer, lo era.

     Me sentía terriblemente mal estando ahora con él y pensando en otro chico. ¿Cómo pudo mi día caerse en tan solo un segundo?

     —Daphne, háblame, por favor.

     Susurró Harry, sosteniendo mis manos delicadamente. Mi vista no tenía un punto fijo, y pronto las lágrimas mojaron mis mejillas.

     —Dios, necesito saber que sucede, nena —me abrazó y sollocé sobre su hombro, no resistiendo más.

     No es lindo llorar por alguien a quién ni le interesas.

     —Jamás me quiso —él acarició mi espalda, intentando calmarme, pero el llanto fue mayor. El daño era profundo en mí.

     —¿Austin? —adivinó.

     —Lo siento, discúlpame —sollocé sin alejarme de él—. Sé que soy muy ridícula. He intentado olvidarlo, lo intento. Pero no puedo, no puedo olvidarlo de la noche a la mañana, no puedo olvidarlo en tan sólo una semana, Harry. Se me hace difícil verlo al lado de otra chica, saber que me olvidó de manera inmediata y que quizá jamás le importé. Que tal vez no signifiqué nada para él. Soy sumamente ridícula.

     —No digas eso —negó—. ¿Has visto a Austin… en el local? —asentí—. Él no sabe de lo que se pierde, Daphne.

     Me abrazó con fuerza, de esos únicos abrazos que necesitas cuando más sola te sientes. No tenía a Maddison, Phoenix, Emily o alguna de las chicas aquí, sólo tenía a Marcel a mi lado…, y era un momento que no cambiaría por nada del mundo. No era un abrazo interesado, era un abrazo confortante… Un abrazo de amigos.

     Me sentía bien en sus brazos, me siento bien a su lado.

     —No llores —él me sonrió cálidamente y delicadamente limpió mis lágrimas—. Austin es un idiota, Daphne. Un cabrón —reímos despacio ante sus palabras repitiendo las mías—. Es estúpido, ¿por qué llorar por alguien como él? No merece tus lágrimas —susurra y besa mi cabello de manera dulce.

     —Gracias por entenderme, Harry —aspiré profundo, su aroma me hipnotizó.

     —Cuenta conmigo, Daph —me sonrió.

     Era necesario voltear la página. Era necesario olvidarme de la persona que no supo quererme.

     Suspiré y me alejé un poco, mirando ahora a sus ojos directamente, encontrándonos. Lentamente su rostro se acercó al mío, posando sus labios sobre los míos, juntándonos en dulce beso. Suspiré en sus labios, perdida. ¿Por qué era comprensivo conmigo cuando había hecho su vida un infierno? ¿Cuándo quería odiarlo y hacerle la vida imposible? Él rompía cualquier daño que quisiese hacer, rompía mis esquemas; con tan sólo una mirada o un beso y yo estaba en sus manos. No merecía su amistad ni nada de él.

     Sin embargo, era lo suficientemente egoísta como para alejarme y dejarlo ir. Mi orgullo pedía dejarlo, alejarme de él… Pero mi corazón se negaba, no quería dejar ir a alguien como Harry. Se negaba a perderlo.

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