Capítulo 49

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Él sonrió y yo lo hice a su vez, quitando la mirada, sonrojándome. Mordí mi labio, mirando los suyos por un segundo mientras hablaba, me dijo que yo tenía las llaves de casa, así que podría entrar cuando desease y yo asentí con la cabeza.

—V-vale... Nos vemos luego, Harry —Él sonríe de nuevo y retrocede unos pasos, me mira por unos segundos, indeciso. Nos hemos despedido, pero ninguno se ha movido de su sitio. Mira mis labios y el aire se atasca en mi garganta. Da un paso hacia mí, me observa con anhelo, sé lo que quiere hacer, más retrocedo y giro sobre mis talones, alejándome de inmediato, nerviosa, irrumpiendo el casi futuro beso.

Suspiro.

—¿Hasta cuando van a seguir con esto, Daphne? —Me preguntó Emily, y soltó un suspiro. Mordí mi labio y negué, algo cansada también. Ella deslizó sus pies por el verde césped y abrió sus piernas, sus dedos tranquilamente llegando al borde de sus zapatillas, realizando los estiramientos adecuados.

—No sé a qué te refieres, Emmy —Quise despistarla, más ella bufó y negó.

—Es increíble que aún pretendan ser solo amigos, Daphne. Y, y no sé porqué pierden el tiempo de esta manera. Daphne, ¿sabes que estás cometiendo un grave error, verdad?

—Emily, sabes que...

—Sé que quieres lo mejor para él, Daphne, me lo has repetido como un disco rayado desde que has querido alejarte de él. Pero la pasas muy mal, yo lo sé, y él también. La primera semana pensé que de verdad no volverían a hablarse por el resto del año, pero luego ninguno de los dos ha podido resistirse y hablaron durante todo el día, los dos queriendo decirse lo mucho que se extrañan, pero sin animarse. Sobre todo él, Daph, ¿es que no notas cómo te mira?... Cielos, hay que ser ciegos para no notar que él muere por volver contigo, Daphne —rueda los ojos, negando. Lleva sus manos hacia la otra punta de sus zapatillas—. Entonces, ¿dices que van a verse en su casa después de esto?

—Le dije que tenía que entrenar con ustedes, hemos estado perdiendo horas de entrenamiento por mi culpa, Emmy, tengo que concentrarme en ustedes también, no solo en mí, son mis amigas y las quiero mucho —suspiro, ella sonríe, mirándome con dulzura—. Y..., y él dijo que iba a pasar por alguna librería, que había visto el nuevo libro de J.K Rowling y que debía tenerlo sí o sí —sonreí y reí un poco—. Al parecer los libros se agotaron y él tomó el último y le rogó al dueño que no lo vendiese, que iría por él pronto y le pagaría un poco más por reservarlo. Estaría a tiempo en casa para estudiar sobre la exposición de Ciencias.

Ella asintió despacio, como analizando lo que había dicho, procesando la información. Se cruzó de brazos, aún con las piernas extendidas a cada extremo. Y de pronto sonrió.

—¡Lo tengo!

—¿Qué tienes? —La miré confusa, riendo un poco ante su repentina energía.

—Esta es la oportunidad perfecta, Daphne, ¿no te das cuenta? Estarán solos..., en su casa... —Levantó las cejas divertidamente—. El momento perfecto para hablar tranquilamente sobre ustedes, y no hay peros que valgan, Hurley.

Parpadeé repetidas veces, negando, mirándola con cierto horror.

—Estás loca.

—No, no lo estoy —sonrió—. Daphne, es tiempo de que hablen. Ha pasado un mes desde que terminaron, y unas cuatro semanas desde que volvieron a hablarse y pretender que son amigos. Lo extrañas, te extraña. Te ama y lo amas, ¿por qué no intentar solucionar esto de una vez por todas?

NERD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora