Capítulo 24

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     Su piel era suavemente cálida bajo mis manos, y mis manos eran temerosas al tocarla; buscando no dañarla... Ella era tan delicada como una muñeca de porcelana. Daphne Hurley podía ser muy brusca a veces, pero ahora comprendía aquello; era parte de la defensa de cada uno, y ella se protegía de esa manera, siendo brusca algunas veces. Aunque fuese todo lo contrario realmente. Daphne Hurley era tan indefensa como un pequeño conejo, era la verdad y había tardado mucho en aprender aquello, bastante. Sus ojos permanecían cerrados y debajo de éstos, yacían delgadas sombras, demostrándome lo imbécil que puedo llegar a ser al haberla hecho llorar. Su respiración era tranquila, ella descansaba profundamente y me gustaba verla de esa manera... Tan tranquila. Mis manos dejaron sus labios por unos momentos, dirigiéndose a su suave y lacio cabello perfectamente cuidado... Deteniéndose pronto.

Ahora era que lo comprendía todo, ahora comprendía por qué su cólera hacía mí, por qué la necesidad de buscar hacerme sentir mal, aunque fallase en el intento. Ahora llegaba a mi mente aquella niña indefensa de gafas gastadas, aquellas gafas que pisoteé alguna vez y rompí sin piedad, sí, aquellas gafas que ella necesitaba para estudiar. Ahora recordaba cuando ante nuestras molestias hacia ella, siempre se mantenía en silencio... Resistiéndonos.

Me alejé lentamente de ella, levantándome de la cama. Llevé mis manos hacia mi cabeza, cerrando los ojos y pensando... En la mierda que he sido y soy. ¿Cómo fui capaz de hacer aquello? Tan sólo fui un niño estúpido que buscaba hacer daño a los demás para sentir bien consigo mismo, sin importarle cuando daño hacía realmente a aquellas personas que no tenían la culpa de nada.

No me merecía a Daphne, no la merecía.

Ella estaba en todas sus razones para detestarme, odiarme; yo la había marcado de por vida, había dañado su niñez. La había dañado de la manera más cruel en la que se le puede dañas a algún niño. Quería gritar con todas mis fuerzas, desquitarme con algo. El dolor era pleno en mí, la culpa era plena en mí. No podría perdonarme nada ahora.

Mis manos se dirigieron a mis ojos, ocultando éstos y dejando que las lágrimas caigan lentamente por mis mejillas, mi corazón latiendo a mil... La misma rabia con la que ella me había hablado al recordar aquello, era la misma rabia que estaba sintiendo hacia mí mismo en este instante... Recordaba como ella había llorado, había llorado por mí. Recordaba el dolor que ella sentía, sabía que no podría compararme, pero también sentía dolor yo. Aquello ahora se había convertido en una de las cosas que más odiaba en esta vida:

Odiaba ver a Daphne llorar, odiaba que llorase y que fuera por mí.

Fue entonces que lo descubrí, descubrí que mi más hermosa pesadilla se había hecho realidad:

Estaba perdidamente enamorado de Daphne.

                                                                                                                                                                                                                                 

                                                                                                                                                                                                                                               

Su mano sujetaba la mía con fuerza y sabía que algo malo estaba por venir, mi corazón latía con fuerza, esperándose lo peor ahora... ¿Qué pasaba? Él sólo se mantenía en silencio y miraba al frente.

Tengo que dejarte —susurró, mirándome luego a los ojos y soltando un fuerte suspiro. Mi mano se aferró a la suya cuando sintió que ésta se alejaba. El temor se incrementó en mí, negándome a lo que había acabado de decir—. Daphne...

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