«Tu sangre puede hacer milagros»Recuerdo como si fuese ayer, el día en que volví a abrir los ojos; el sol cálido que se colaba por el cristal de una ventana, daba directamente en mi mejilla, haciendo entrar en calor aquella zona de piel.
Y fue, tras unos segundos, que me removí despacio, pero inquieta sobre la camilla; notando que mi cuerpo se sentía demasiado cansado como para poder levantarme.
Entonces, sentí un par de ojos sobre mí, y cuando volteé a ver hacia el lado izquierdo de lo que parecía una cabina, se sumaron un par más de ojos marrones, y luego, en otro parpadeo, aquellos dos pares de ojos se habían convertido en docenas de distintos colores.
Hombres y mujeres, observándome con gestos de sorpresa en sus rostros, dando a entender que se encontraban soprendidos por algo, pero, ¿por qué?
Murmuraban cosas entre ellos, para luego volver a observarme, como si verme fuese la cosa más impresionante del mundo.
Sus miradas, estaban tan fijas sobre mí que comencé a incomodarme y aparté la mirada.
Y, lo primero que noté al hacerlo, es que mi mente era incapaz de darme respuestas.
Intentaba entender, porqué estaba en esa camilla y porqué me sentía tan agotada, y entonces bajé la vista hacia mi brazo derecho para encontrarme con una intravenosa suministrando un extraño líquido azul a mis venas.
¿Qué era aquello?
Una punzada de dolor atacó mi cabeza y traté de llevarme mis manos a mis sienes, pero entonces, noté que mi mano izquierda estaba esposada al frío hierro de la camilla y, me quedé de piedra.
Me comenzó a angustiar profundamente, el hecho de que, cada que intentaba buscar en mi mente algún recuerdo que me explicara que podía estar pasándome, solo encontraba un profundo y oscuro vacío en mi mente.
Pero, ¿qué estaba pasando?
¿Qué hacía en una camilla y esposada?
Con estas, y otras inquietudes más en mi mente, empecé a removerme, desesperada, pese a la poca fuerza que poseía.
Y, entonces ellos, tuvieron que intervenir.
Al principio, solo vi a una mujer de cabello castaño, y una larga bata blanca, correr hacia mi dirección e inyectar algo de inmediato en mi suero.
Luego, fueron dos hombres, altos y fornidos de mirada intimidante, quienes, bruscamente, comenzaron a revisarme por todo mi cuerpo.
La mujer, me obligó con sus manos a abrir los ojos y boca para ver dentro de ellos con un pequeño aparato, mientras los dos hombres indagaban en mi cuello y espalda.
Cuando la castaña, terminó con su tarea, sólo se dispuso a observar sin ninguna emoción en su rostro cómo los hombres me toqueteaban cada centímetro de mi piel con brusquedad.
Yo... sólo podía sentir los latidos desesperados de mi corazón, y el como se incrementaban cuando uno de los dos entró sin permiso una de sus manos detrás de mi espalda baja y con su otra mano, terminaba por bajar por completo la cremallera de la bata azul que tenía puesta.
Sentir sus dedos fríos tocar la piel caliente de mi espalda, me inquietaron en sobremanera.
Creo que, mucho más que el no saber lo que estaba sucediendo o por qué me sentía tan débil y adolorida la cabeza.
Por lo que, me sacudí incómoda y un tanto agresiva en un inútil intento porque que retirara su manos de mi cuerpo.
—No, por favor... ¡Qué hace! ¡Quíteme las manos de encima! —grité en un tono bajo y algo rasposo, y, miré a la mujer con la esperanza de que interfiriera— ¡Por favor, ayúdeme!—. Ella solo se dió la vuelta.
ESTÁS LEYENDO
Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]
FantasyLa sangre de un grupo de jóvenes está siendo utilizada para crear una cura contra un virus que amenaza con destruir la humanidad, o esa es la mentira que se les ha dicho a las ingresadas al programa para que no hagan más preguntas.