45

34 7 2
                                    





«Haré de este mundo un verdadero infierno para ti»


La piel de mi mejilla escoció horrores debido a la brutalidad del golpe.

Pero, mi corazón se volvió trizas al ver claramente el desprecio en los ojos de la mujer que me dio la vida.

Una lágrima, se deslizó por mi mejilla en lo que con los labios entreabiertos, la miraba como si no la reconociera.

—¿M-madre? —Aquella palabra se escapó de mi garganta sin dejar de sostener mi mejilla, en lo que más lágrimas salían de mis ojos.

Selene Ivanova pasó las manos por su chaqueta de cuero antes de apartar su vista de la mano con la que me había golpeado, centrándose en mí.

Entonces, al volver a unir nuestras miradas, encontré en la suya decepción, enojo y muy en el fondo del brillo herido que reflejaban sus ojos avellana, pude ver algo de arrepentimiento.

¿Ahora se arrepentía de haberme golpeado por primera vez en la vida?

Pues, yo me arrepentía por sufrir a causa de ello a sabiendas de que me lo tenía más que merecido.

Selene, no pidió lo siento, pese a que su mirada lo gritaba. En cambio, volvió a acortar la poca distancia que nos separaba arrancándome de un tirón el colgante que adornaba mi cuello.

Fue tan rápido e inesperado, que ni siquiera me permitió sentir dolor en la piel.

La castaña, me miró con rabia antes de destrozar entre sus dedos la piedra azulada que colgaba de la brillante cadena.

—¡¿En qué diablos estabas pensado?! —Su grito furioso, terminó por sacarme de la especie de estado de shock en la que me había sumido.

Seguía sosteniendo mi mejilla adormecida entre mi palma temblorosa.

Mis ojos se llenaron de más lágrimas y abrí los labios para decir algo en mi defensa. Cualquier cosa.

Pero, nada salió de entre ellos y sentí que con cada segundo que pasaba, me ahogaba entre mis propios sentimientos.

En un momento determinado, mi madre me tomó con fuerza del rostro, uniendo nuestras frentes, y mirándome con fuerza y determinación.

Lucía herida, atormentada y acorralada.

Casi... pareció que sufría por algo más que la gran decepción que le había causado.

Una lágrima salió de uno de sus ojos, y temblorosa, intenté apartarme de ella posando ambas manos sobre las suyas para que soltara mi rostro, ya que lo estaba sosteniendo con demasiada fuerza, clavando sus uñas largas con fuerza.

Por primera vez, quise alejarme de ella, pero la fuerza que ejercí no fue suficiente y un sollozo atravesó mis labios en lo que ella me empujaba hacia atrás con violencia cuando su mirada se endurecía por completo.

—¡Inconsciente! ¡Malagradecida! ¡¿Tienes alguna idea de la maldita agonía que fueron las últimas horas para todos?! —vociferó Selene por lo alto, con el rostro contraído en una expresión de rabia.

Trastabillé varias veces a punto de caer contra el suelo, mientras ella lanzaba lo poco que había quedado del colgante de piedra azul por los aires.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora