«Que lo hayas asesinado una vez,
no significa que puedas asesinarlo dos veces»Ya era de noche cuando por fin los tres nos reunimos en el salón principal para subir al sótano.
Sin embargo, al subir el primer peldaño de las escaleras que nos llevarían al mismo, Alice se detuvo, mientras contraía su rostro en una nueva de malestar.
Al ver aquello, Allen no dudó en detenerse unos peldaños más arriba mientras yo me apresuraba en sujetarla de los hombros para que no fuera a caerse hacia atrás.
—¿Estás bien? —le pregunté entonces con preocupación. Alice asintió débilmente, por lo que fruncí el ceño, no muy convencida—. Si quieres no tienes que subir —le dije al ver su estado.
Ella me miró fijamente, y por un segundo me pareció notar cierto enojo en su mirada —seguramente aún resentía lo que le había hecho a su querido amiguito— mientras meneaba la cabeza con decisión.
—Quiero hacerlo. Necesito estar ahí cuando se toque el tema de la nota de Dorian. —contestó de forma cortante.
Por lo que, soltando un suspiro de resignación, asentí a modo de acuerdo antes de ayudarla a subir los escalones que quedaban.
Al parecer, la caída que había sufrido tras haberla empujado para protegerla del sujeto, le había dejado algo lastimada la espalda.
Cuando estuvimos frente a la puerta metálica, noté al igual que Alice los tres grandes candados que resguardaban la misma. Y mientras que mi hermana solo meneó la cabeza con decepción, yo solo pude entrecerrar los ojos, curiosa.
¿Tan peligroso era aquel hombre que mi hermano se había excedido con la seguridad de la puerta?
Resoplé con burla.
Si tan solo con una sola palabra de mis labios había acabado con él... no podía ser nada especial.
¿O sí?
Mientras que Allen se disponía a sacar el llavero de su chaqueta de cuero para comenzar a abrir los candados que nos impedían acceder al cuarto y enfrentar al malnacido, tomé a Alice con delicadeza del hombro para apartarnos unos cuantos metros de nuestro hermano.
Y para mi sorpresa, ella se dejó guiar por mí sin decir palabra alguna.
La notaba bastante agotada por toda la situación...
—¿Por qué te interesa tanto lo que le pase a el tal Dorian? —le pregunté con intriga cuando estuvimos a una distancia prudente.
Los ojos verdes grisáceos de mi hermana menor se encontraron entonces con los míos, y pude ver claramente cómo le afectaba escuchar ese dichoso nombre...
"Dorian."
A la vez que sus mejillas enrojecían en un tierno carmín que solo incrementaba más mi curiosidad por saberlo todo.
—Dorian... fue alguien especial en mi vida. —admitió tras un suspiro, cruzándose de brazos como para adquirir la firmeza que no poseía en esos instantes.
Arqueé una ceja mientras mis labios se curvaban en una media sonrisa que solo la hizo sonrojar más.
—¡Pero no de la manera que te estás imaginando! —aclaró entonces al ver mi expresión—. Yo era muy niña. Así que nunca llegamos a tener nada más que una amistad. —me aseguró, y me pareció ver algo de decepción en su mirada.
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Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]
FantasyLa sangre de un grupo de jóvenes está siendo utilizada para crear una cura contra un virus que amenaza con destruir la humanidad, o esa es la mentira que se les ha dicho a las ingresadas al programa para que no hagan más preguntas.