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«¿Cómo sonreír con el corazón hecho trizas?»

Selene Ivanova

El agite en mi pecho resultaba insoportable mientras apresurada me alejaba lo más lejos posible del campo de visión del hombre que aunque había retrocedido, se mantenía echando vistazos frecuentes hacia el lugar en donde yo había estado segundos atrás.

Eso había estado cerca.

Desde mi posición, pude ver como la mujer con antifaz de perlas y cabello rojo cereza que se encontraba en el asiento frente a él comenzaba a hablarle entre risas genuinas que no me convencieron. No obstante, quien lo estuviera acompañando y lo que estuviera haciendo con su vida no me importaba en absoluto...

Solo deseé con todas las fuerzas de mi corazón que le fuera mal, que los errores le pensaran y jamás encontrara paz; porque era injusto que fuera feliz cuando mi hija no podía serlo por su culpa y la de su maldito padre.

El odio por él, era tan fuerte que no me dejaba respirar con normalidad.

Si hace veinte años me hubieran dicho que terminaría odiándolo, me hubiera echado a reír por la estupidez que eso me resultaría, pero en ese momento en el que me alejaba de él, fue una realidad que acepté sin lamentos. Porque nunca se había merecido mi amor, ni el de sus hijos.

"Va a pagar, tarde o temprano va a pagar caro por todos sus errores"

Intenté convencerme a mí misma para no actuar por mi cuenta mientras llevaba mis dedos cerca de mi oído fingiendo acomodarme un mechón tras lo oreja, pero en realidad desactivaba con magia el auricular, ya que ni siquiera podía utilizarlo para comunicarme con mis hijos sin que los vampiros que nos rodeaban nos escucharan.

Enserio parecía que no servía de nada haberlos conseguido.

Frustrada, caminé con elegancia hacia las escaleras del centro, con la firme decisión de dar pie al plan.

Pero, rápidamente mis planes se vieron atrofiados con el sonido del móvil que vibró dentro del pequeño bolso que colgaba, atrayendo una que otra mirada curiosa por parte de quiénes charlaban a mi alrededor con copas de vino en mano.

¡Mierda! Sonriendo con normalidad hacia los chismosos, me dispuse a sacar del bolso el artefacto que no dejaba de sonar poniéndome histérica. Mi mente ya se hacía una idea de quién podía ser, pero aún así cuando divisé el número que conocía a la perfección un escalofrío me recorrió la espina dorsal.

¿Ahora qué diablos quería?

¿No que se alejaría de mí para siempre?

Más enojada que nunca, opté por apagar el artefacto antes de volver a guardarlo en el bolso con la idea de retomar mi camino, pero al parecer la suerte no estaba de mi lado esa noche, ya que no llegué a dar dos pasos hacia delante cuando una mano fuerte me sujetaba de la muñeca con osadía.

¡Mil veces, maldición!

—Una bruja hija de Medusa... ya decía yo que esto estaría lleno de ustedes, que solo quieren lo que les pertenece —murmuró entonces una voz gruesa, haciéndome doler la cabeza al mezclarse con la fuerte melodía que comenzaba a sonar en los altavoces.

Levantando mi mirada del suelo, fingí normalidad cuando mis ojos se encontraron con los violetas pálido de un hombre desgarbado con el cabello canoso peinado hacia atrás.

—No sé a qué se refiere, yo solo he venido a divertirme —refuté con tranquilidad, intentando no mostrarle ninguna emoción en su repaso curioso por todo mi rostro.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora