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«Serpiente de ojos penetrantes»


Había llegado el día del gran evento anual en el que, estudiantes de todas las especies, se enfrentaban a un duelo de combate tanto mágico como físico para demostrar cuánto habían avanzado con su entrenamiento.

Evento, que me tenía mortificada y más nerviosa que nunca; pues no sólo había tomado la mala decisión de no asistir a ninguna clase en semanas, sino porque también, participar, era de carácter obligatorio.

Por lo que, mientras más se acercaba mi turno, más se desbocaban los latidos de mi corazón, y las palmas de mis manos se me humedecían en sudor, obligándome a frotarlas contra mi sudadera gris cada cinco segundos.

Por otro lado, estaba la multitud; que abucheaba sin control, eufórica por un espectáculo y sedienta por presenciar la humillación de cualquiera que perdiera contra su contrincante.

La directora Anastaziya, y dos jueces más también miraban hacia el lugar en donde se llevaría a cabo el enfrentamiento, sólo que lo hacían desde una especie de capilla mágica con escaleras metálicas que se imponía unos metros sobre la tierra y quedaba de frente a las extensas gradas en donde nos encontrábamos todos los espectadores.

Dándole así, un aire sofisticado al ambiente.

Aunque a mí me parecía excesivo.

Cuando, las dos figuras a competir emergieron de dos grandes portones quedando de frente hacia la multitud, el público enloqueció, pero por mi parte, sentí como se me revolvía el estómago a causa de los nervios de saber que yo tendría que enfrentarme a lo mismo pronto.

Por un leve instante, observé de reojo a Alice, que se encontraba a mi lado observando la escena con fascinación —y me fue inevitable no apretar mis labios, sintiendo una mezcla de enojo y nerviosismo.

Pues, pese a mis miles de advertencias y pretextos sobre el gran riesgo que conllevaba el que me visitara cuando me encontraba ocultándome, no me había obedecido para nada y ahora estaba allí.

Pensando que su hermana mayor le destrozaría el culo a su contrincante... y no al revés.

Qué decepción.

Soltando un suspiro de derrota, volví a mirar hacia el frente justo en el momento en que
uno de los entrenadores tocaba una gran trompeta. Indicando así el comienzo del combate.

Los dos contrincantes intercambiaron un apretón de manos con miradas decisivas antes de dar un paso hacia atrás para comenzar a caminar en círculos alrededor del otro.

Por un momento, pensé que sería el chico de cabello oscuro y tez pálida quién atacaría primero a la joven delgada y pelirroja... pero nuevamente me equivoqué en algo.

Pues, creo que nadie se esperó que aún dando vueltas en círculos, la pelirroja formara con sus manos una esfera eléctrica y verde para lanzarla contra el estómago de su rival.
Provocando que por un momento este perdiera el equilibrio al dar un traspié.

—¡Esa es mi chica! —chilló entonces una voz masculina entre la multitud que jadeaba de impresión— ¡Vamooos, nena! ¡Destrózalooo! —le instó, quedándose casi sin voz al final.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora