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«Nuestra familia, seguía siendo igual
o más fuerte que en un principio»

—¡Ya casi llegamos! —informó Selene con cierto alivio, haciéndonos levantar a todos la mirada del suelo solo para posarla en la gran abertura que se encontraba a unos pocos metros de nosotros.

Un suspiro de alivio se escapó de entre los labios de mi hermana menor, quien se encontraba caminando a mi lado.

—¡Pues qué alivio! Ya estaba comenzado a creer que este puto agujero no tenía fin. —soltó con frustración y el cazador rió en un tono bajo que me hizo observarlo de reojo.

Estaba detrás de las tres, mirando a cada momento sobre su hombro en alerta por si los monstruos regresaban... en pocas palabras, se encontraba cuidándonos las espaldas.

Algo que agradecía, pero que también me generaba bastante confusión; ya que nuestro trato, solo implicaba paz entre nosotros, no que me previniera cuando los monstruos se hacían pasar por mi madre y hermana, ni mucho menos que me ayudara a mí y a mi familia a salir ilesas de una emboscada, no que ahora estuviera protegiéndonos...

Y, cómo bien había dicho en un principio, no es que no le agradeciera, pero sus acciones solo me confundían porque se suponía que los de su especie no ayudaban a pesar de tener tratos, ni cuidaban las espaldas de nadie más que la de ellos... que se suponía que eran egoístas, mentirosos y muy ambiciosos.

Y él... nos estaba ayudando sin pedir nada más que le ayudaran a encontrar a su hermano; no había pedido una recompensa, ni más favor que ese, y eso en cierta manera me demostraba lo leal y firme que podía mantenerse tras dar su palabra.

Quizás Allen tenía la razón al decir que el cazador no era tan malo como quería demostrarle a los demás.

Añadió la misma voz de siempre, y por primera vez desde que lo había conocido,  no supe ni qué pensar sobre él... solo pude observarlo fijamente durante varios segundos.

Hasta que él, al sentir mi mirada, no dudó en clavar sus ojos azules en los míos con una intensidad que me hizo sentir abrumada.

Apartando la mirada de él, me centré en el estrecho y semioscuro camino que se extendía frente a nosotros.

Fue en ese instante, cuando noté que debíamos saltar un gran hueco en el suelo que se encontraba repleto de cráneos y otros huesos de otras partes del cuerpo; y es que aquello solo era una pequeñez comparado con las cosas que habíamos visto en ese tenebroso túnel en forma de cueva a lo largo de nuestra caminata.

—¡Modales, Alice! —le exigió entonces Selene a mi hermana y esta solo soltó un bufido.

Ante su actitud, nuestra madre estuvo a punto de volver a hablar, pero entonces tropezó con una enorme roca, y estuvo a punto de caerse de bruces sobre el gran hueco lleno de huesos sino fuese por mí, que rápidamente la tomé de los hombros para estabilizarla y que saltáramos juntas hacia el otro extremo de suelo firme.

Todos contuvimos una carcajada cuando tras soltar una maldición, Selene respiró hondo y se limpió el sudor que le caía por la frente para continuar caminando hacia la salida, la cual podíamos ver cada vez más de cerca.

El calor que nos asediaba al estar completamente encerrados y con candelabros encendidos, nos tenía a todos sudando bastante... de hecho, parecía que nos derretiríamos en cualquier momento.

—¡Modales nada! ¡Llevamos horas caminando y hasta hora es que vemos una salida; tampoco entra la señal y no sabemos si Jere ha vuelto a llamarnos... estoy que me muero de preocupación por él y lo que puedan hacerle! —contestó finalmente Alice en un tono angustiado, caminando a la par con nosotras.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora