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Maratón 2x2 en agradecimiento por todo su apoyo. ❤️

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«La última imagen»

En una vieja y destartalada silla giratoria, allí fue donde desperté.

Cuando reaccioné por completo, no lo pensé dos veces e hice el ademán de levantarme, pero siquiera logré despegarme unos centímetros cuando una potente fuerza me estampó contra el asiento otra vez.

Y así volví a repetir la acción tres veces más sin ningún éxito, hasta que una voz verbalizó lo que ya me temía:

—No intentarlo más, es inútil. Si señorita continúa sólo conseguirá dañarse.

Esa voz.

Agitada por el esfuerzo hecho, levanté la mirada en dirección de la voz, encontrándome con el chico de ojos oscuros nuevamente.

Pero él, ya no estaba libre como antes; ahora unas extrañas ramas con delgadas espinas le cubrían todo el cuerpo y lo mantenían aprisionado a la pared.

Al ver mi estupefacción, él sólo sonrió amargamente antes de ladear la cabeza hacia el lado opuesto.

—Misael, —le llamé pero él no respondió, ni volvió a mirarme. Aún así, insistí—: ¿qué es lo que quieren con nosotros? ¿Por qué nos hacen esto? —intenté saber, pero sólo obtuve un pequeño gruñido de lamentación.

Luego de unos segundos de esperar algo más, me rendí y me dispuse a inspeccionar todo a nuestro alrededor desde mi posición.

De inmediato, reparé en que estábamos en un gran cuarto de limpieza, que por lo visto había sido completamente destrozado; pues en la gran puerta de cristal situada en la entrada, en las paredes pintadas de azul y en el suelo de mármol blanco habían manchas de sangre, huellas ensangrentadas de manos, y frases como 'ayuda' o 'misericordia' escritas con el mismo líquido rojo y espeso; y en los pequeños armarios de madera que se encontraban abiertos, se entreveían productos de limpieza todo destrozados y manchados.

Pensé entonces en que todo lo que había visto y seguía viendo, indicaba que personas malas del exterior habían venido a masacrarnos a todos los del interior, y me encongí en mi asiento con miedo; pues no quería que mi primera salida al el exterior, fuera como un cadaver.

Fue mientras aquella idea me atemorizaba, la gran puerta de cristal se deslizó rápidamente con un crujido molesto. De inmediato, los que éramos prisioneros, levantamos la mirada; reparando así en las tres mujeres jóvenes y hermosas que se detenían en medio del suelo cuarto.

Pero, a diferencia de Misael, que apartó la mirada rápidamente, yo me dispuse a observar con sumo detenimiento a cada una. Y para mi gran sorpresa, ellas hicieron lo mismo conmigo:

La primera, situada a la derecha de todas, me repasó de pies a cabeza con una mezcla de curiosidad y a la vez superioridad en sus orbes; era la que más resaltaba entre las tres: con unos grandes ojos azules, un cabello azabache que le llegaba a la cintura y un cuerpo de infarto.

Luego, estaba la de en medio: con llamativos ojos verdes, un cabello rubio sujeto en una alta coleta y una estatura promedio, que se limitó a fruncir el ceño en mi dirección con los ojos ligeramente... ¿humedecidos?

Y finalmente, estaba la última a la izquierda: unos centímetros más alta que la rubia, pero, con ojos avellana y un cabello castaño oscuro recogido en una cola baja.

Esta última, me contemplaba como si yo fuese algo irreal.

Y, fue aquella manera de observarme, la que por un breve instante me hizo recordar el día en que había despertado por primera vez en el laboratorio, y en cómo cada una de las personas presentes, también me observaban con distintas emociones en sus rostros.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora