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«Es mejor que te alejes de nosotros»

Allen Jeremiah, llegó poco tiempo después de que nosotros lo hiciéramos; emergió desde un portal que se abrió frente a todos, dejándonos brevemente conmocionadas con su llegada después de la angustia que habíamos padecido.

—¡Aquí estoy! —exclamó intentando enmascarar su tristeza con una enorme sonrisa mientras nos observaba a cada uno de los presentes.

Y tan solo con una mirada, pudimos ver que Agneza lo había tratado tan bien cómo Selene había predicho; incluso, parecía que llevaba ropa limpia: con una camiseta verde, unos vaqueros y unas sencillas vans volvía a recordarme a aquel inocente y juguetón niño de cabello dorado que había sido alguna vez.

Alice, quien se encontraba a mi lado, no tardó en correr hacia él con todas sus fuerzas, lanzándose contra sus brazos.

Para su suerte, Allen logró sujetarla a tiempo para que no cayeran los dos al suelo; la tomó por los hombros y la alzó en un abrazo que me hizo sonreír ligeramente mientras nuestra madre, con ojos humedecidos, se disponía a acercarse con lentitud hacia ellos.

Sestra bonita, ¿cómo has estado sin mí? —le preguntó al separarse de ella, mirándola con ternura.

Alice lo miró haciendo un puchero que la hizo ver cómo una niña pequeña.

—¡Para qué preguntas si tú ya sabes que mal! —le contestó con voz entrecortada antes de volver a estrecharlo entre sus brazos y aspirar su aroma.

Poco antes de separarse, Alice susurró algo en el oído de Allen que hizo que los ojos del rubio se humedecieran mientras intentaba sonreír para no generar más preocupación.

Cuando nuestra hermana regresó a su lugar junto a mi lado limpiándose con un pañuelo las lágrimas que salían de sus ojos, fue el turno de Selene para abrazar a Allen Jeremiah y susurrar cientos de palabras que solo ellos dos pudieron comprender y que los hacían reír entre lágrimas.

—Lo sé, madre, lo sé... —repetía mi hermano mayor limpiándose con una mano libre las lágrimas que salían de entre sus ojos.

Mordiendo mis labios para no echarme a llorar también y hacer el ridículo, eché un vistazo hacia atrás para observar a la persona que se encontraba con la espalda apoyada contra una de las puerta trasera de la inmensa fábrica abandonada.

Encontrándome con que él, ya me observaba con detenimiento, como si intentara descifrarme, y eso me hacía sentir bastante nerviosa, ¿para qué negarlo?

Porque, ¿qué ganaba él con saber lo que pasaba por mi mente y lo que sentía... por conocer aquellos secretos oscuros que nadie más que yo conocía?

"Ya no queda nada aquí dentro que valga la pena descubrir"

Quise asegurarle aún desde la distancia que no separaba, sin embargo, podía hacerme una idea de lo patética que sonaría, por lo que, girando mi cabeza con la intención de dejar de darle mi atención, pasé a centrarme en lo que tenía delante.

Dando un paso atrás por el susto que me causó tener a mi hermano justo frente a mis narices... ¿En qué momento se había acercado tanto?

Al levantar la mirada con nerviosismo, me encontré con unos ojos entre el verde y el azul que me miraron con el más sincero afecto.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora