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«Él es algo más»

Dos años más tarde

Pese a que podía sentir cómo la suave brisa acariciaba la piel desnuda de mis brazos y mecía ligeramente mi cabello hacia atrás, me mantuve serena.

Con los ojos completamente cerrados, y las manos apoyadas en la húmeda hierba del jardín, me encontraba sentada en posición de indio y suspendida en el aire, a unos dos metros sobre el suelo, con exactitud.

Al tiempo en que, de mis los labios entreabiertos, salían la palabra adecuadas para el pequeño hechizo que deseaba hacer:

Exacue audire.

En cuánto las palabras dejaron mis labios, mi sentido de la escucha se agudizó de manera sobrenatural, permitiéndome así escuchar cada sonido a mi alrededor.

Desde, el pacífico correr de las aguas de la pequeña cascada que se encontraba a unos kilómetros de distancia de la propiedad, hasta los insistentes pasos y berridos de los pocos ciervos que merodeaban más allá del bosque que se encontraba tras la mansión.

Sin embargo, percibir todo aquello, me generaba tranquilidad.

La misma tranquilidad que, durante varios meses había podido tener gracias al no haber estado expuesta a ningún peligro.

Gracias, al no haber sido encontrada por él.

Aún no...

"Pero, eso no significa que debas bajar la guardia; pues bien sabes que el enemigo es real... que está allá afuera y, que a la mínima sospecha o pista, desatará un infierno con tal de llegar hasta ti."

Me recordaba a mí mi misma como siempre que sentía que estaba relajándome demasiado.

Así que, tras aquel recordatorio semanal que oscurecía mi estado de ánimo, permanecí suspendida en el aire con las manos extendidas a mis costados, reparando en que ya se cumplían exactamente dos meses desde mi salida de la Academia Schiener, y de la poblada cuidad de Medus.

Y aunque como siempre la nostalgia por alejarme de la única amiga que tenía, amenazaba con invadirme, no cedí ante ella; pues, bien había sabido desde el principio que en cuanto lograra recuperar algo de fuerzas y prepararme un poco, tendría que marcharme de aquel sitio y no regresar jamás.

Eso, fue lo que acordaron Anastaziya y Selene, y me encargué de cumplir aquel trato al pie de la letra; pues en cuanto me sentí lista, —o todo lo que se podía estar frente a la amenaza que debía enfrentar— partí lo más lejos que pude de aquel lugar.

Hasta acabar allí; en los amplios y verdosos terrenos de la propiedad privada de mi madre Selene.

Mi madre... En ese entonces, aún se sentía raro llamarla así, considerando que desde que era muy joven no la llamaba de tal manera.

Pero, al menos, allí estaba; tratando de adaptarme a la que se suponía debía ser mi nueva vida...

Aún, trataba de conocer a esa nueva yo que había quedado luego del cautiverio, pero continuaba fracasando inútilmente; pues, era consciente de mis profundas heridas emocionales, y de que estas, junto a mi traumático pasado, no se podrían superar de la noche a la mañana...

Que llevaría tiempo.

Quizás, tanto tiempo cómo el que me tomaría descubrir lo que había quedado dentro de mí tras tantas experiencias dolorosas; y solo, rezaba internamente para que, aquello que había quedado, no fuera malo.

Mientras, en cuanto a logros, al menos había podido recuperar una cantidad considerable de recuerdos, cumplir con mi objetivo de aumentar mi masa corporal, y controlar el setenta por ciento de mis habilidades mágicas.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora