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«¿Se podía entrar en la cueva del lobo
con la certeza de salir ilesa?»


El portátil y los planos quedaron expuestos sobre la rectangular mesa de cristal y todos los presentes respiramos hondo antes de comenzar a planear una estrategia en la que no termináramos todos muertos.

—La temática será de antifaces así que estamos de suerte ya que podremos mezclarnos entre los demás sin levantar ningún tipo de sospecha... —comenzó a decir mi hermano mayor, mientras manipulaba con facilidad el equipo encendido sobre la mesa.

Tras unos segundos, un afiche en colores rojizos y dorados en donde se señalaban todos los reglamentos del evento apareció en la pantalla del portátil y entonces Selene se apresuró a rodear la mesa para poder leerlo.

Su ligero vestido floral iluminaba todo su rostro de forma angelical mientras escaneaba atentamente el anuncio.

—"Es de suma importancia que se siga el reglamento de vestimenta para una efectiva convivencia entre las distintas sociedades." —leyó la castaña en voz alta en un tono burlón que me hizo curvar los labios en la amenaza de una sonrisa divertida. Mi madre sacudió su cabeza con diversión antes de volver a su puesto y mirarnos a todos con suma atención—. Esa gente ha perdido la cabeza por completo.

—Pienso lo mismo; deberíamos ir como nos de la jodida gana a ver que se atreven a decir. —secundó Alice quien se encontraba ubicada a su lado mientras echaba su cabello dorado hacia atrás tras soltar un resoplido burlón.

Y aunque yo no pensaba lo mismo, no tenía ganas de hablar con la presencia del hombre que ubicado tras mi espalda invadía mis fosas nasales con su fragancia mentolada, haciéndome sentir como una completa demente cuando cada nada inhalaba profundo con tal de sentir aún más su perfume.

Se suponía que un salvaje como él no podía oler tan bien... pero él lo hacía, dejándome sin aliento y con las manos sudorosas cada que acortaba la distancia entre nosotros.

—Lo que menos nos conviene es romper las reglas y llamar la atención... —habló entonces él con su voz grave, provocando que mis orejas se tornaran calientes.

¿Qué demonios me estaba sucediendo con ese engreído?

Dio un paso hacia un lado para dejar de estar tras de mí y suspiré en alivio mientras él se disponía a estirar una mano hacia uno de los planos en donde se podía apreciar la arquitectura del edifico en donde se llevaría a cabo el tan esperado evento.

—Entrar, robar y salir tan rápido como llegamos... hubiera sido mejor que no fuéramos con tantas personas para así poder hacer todo con más rapidez y cautela. —concluyó en un tono venenoso, provocando que de inmediato me giraba hacia él con una expresión enojada.

Lo encontré con la mirada fija en el gran papel entre sus manos, destilando una inocencia que me hacía apretar la mandíbula.

¿Lo peor? Lo peor fue que mi hermano, mientras acomodaba los lentes de sol que cubrían el último moretón que se rehusaba en desaparecer de su piel, asintió en acuerdo con él.

—Pienso lo mismo ya que... —Allen Jeremiah optó por guardar silencio en cuanto notó la mirada ofendida que Alice y yo le dedicábamos.

Apreté los labios unos segundos con indignación antes de carraspear ruidosamente para atraer la atención del hombre frente a mí.

—¡No pienso quedarme si eso es lo que estás buscando! —le aseguré con firmeza al cazador mientras me cruzaba de brazos provocando que él apartara finalmente sus ojos del papel para centrarlos en los míos, sumiéndome en la intensidad de los suyos. Apreté mi coleta con nerviosismo, pero sin bajarle la mirada ni por un segundo.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora