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«Tampoco soy tan cruel»


Anastaziya Schiener

La dueña y directora del más famoso imperio estudiantil en el continente caminaba a paso apresurado a través de los amplios pasillos del primer piso, mientras su mejor equipo de primeros auxilios la seguían rápidamente al tiempo que empujaban la camilla en donde la primogénita de Selene Ivanova, yacía insconciente.

Pero, con su piel destilando una magia tan poderosa, que la temperatura dentro del palacio había subido a más de veintisiete grados, —y eso que se acercaba el invierno— provocando que por segundos los camilleros se limpiaran de un manotazo el sudor que les caía por la frente.

—¿Se pondrá bien? —preguntó en voz alta la hermana de la chica una vez llegaban a la enfermería, con su rostro contraído en una profunda preocupación.

Anastaziya, la miró entonces de reojo, sintiéndose culpable por algo que ni siquiera había hecho ella, pero creía que había podido evitar y no lo hizo.

—Lo estará —le aseguró entonces con esa firmeza que la caracterizaba—. El desmayo sólo es un efecto causado por la transformación. ¿No te desmayaste tú? —cuestionó al final hacia la chica de cabello dorado.

Que ante su pregunta, no dudó en menear la cabeza y contraer su rostro en aún más angustia.

—Nunca —afirmó en el mismo tono, y ante la expresión confundida de la directora, Alice se apresuró a aclarar—: Los desmayos después de la transformación no son comunes en nuestro linaje, por eso estoy tan preocupada —expresó, y tras morder su labio inferior con cierta ansiedad, le preguntó—. ¿Y en su linaje? —Anastaziya volvió a fruncir aún más el ceño— ¿Es normal esta reacción a la magia? —corrigió mejor su pregunta, mirándola fijamente en espera de una respuesta.

Pese a que, por dentro sentía que estaba a punto de explotar del enojo con su sobrino, la mujer de cabello corto hizo un esfuerzo por sonreírle a la chica para no caerle aún más mal.

—Cariño, te olvidas que yo no soy de la misma especie que tu familia; solo soy una bruja normal que cada día envejece más —le contestó en un tono suave al tiempo que posaba una mano en su hombro y observaba la escena que se desarrollaba frente a ellas; la extraña hija de Selene comenzaba a recuperar la consciencia luego de que una enfermera le diera a oler unas hierbas—. Mira, ya despertó. Estará bien. Ahora ve con ella, cielo. —le indicó mientras señalaba hacia la chica que solo había asistido a una sola clase desde su llegada a la academia por estar investigando sobre su origen.

Todo esto, lo sabía gracias a los cientos de pequeños ojos que mantenía ocultos en cada rincón del edificio, y que le servían para vigilar que sus estudiantes no se quemaran vivos entre ellos o, peor aún, procrearan seres aún más extraños.

Por ello, de inmediato el ojo oculto en la habitación de Alma le había informado de la rebeldía de la chica, pero, Anastaziya no había detenido a tiempo toda su locura.

Pues, le tenía un poco de miedo a la chica, ya que de alguna extraña forma su actitud rebelde y su capacidad de hacer cosas a espaldas de la autoridad, le recordaban mucho a La Reina Oscura.

Pero ahora, por haber dejado de supervisarla al tercer día, se había perdido de notar que la chica no tenía magia y no había podido evitar todo lo sucedido.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora