13

110 38 19
                                    




«Lo que diferencia a los humanos de los monstruos»


—¿Quieres hablar de ello? —me preguntó Alice tras haberme tranquilizado y separado de sus brazos.

—No. —mi tono fue bajo, pero rotundo.

Por el rabillo del ojo, noté cómo asentía con los labios ligeramente apretados.

—Bien, cuando quieras hablar, sabes que aquí estoy —me aseguró con suavidad, pero yo solo pensé "quizás no quiera hablarlo nunca aunque confíe en ti" aunque no lo dije—. No voy a presionarte, Alma, pero lo que he visto al llegar me asustó mucho; porque, pensaba que conocía todas tus facetas, que, a pesar del tiempo separadas, seguía conociéndote, pero me quedó claro que no... —culminó con cierta melancolía, mientras sus ojos cálidos se encontraban con mis hinchados.

—Yo ya no soy la misma de antes, Alice —afirmé en voz baja y un poco rasposa a causa de haber llorado tanto—. Ahora tengo más rabia, más enojo y más dolor... ahora soy más de lo que fui. Ya sea para bien o para mal.

—Pero, es que yo te veía tan fuerte que nunca... —comenzó a decir, pero la interrumpí.

—Nunca lo fui realmente —admití con cierta tristeza— Solo... fingía que no me dolían las cosas que pasábamos para intentar ser tu ejemplo a seguir, pero nunca he sido un buen ejemplo para ti, porque no soy una buena persona; soy violenta e impulsiva y tengo estos... —Sacudí mi cabeza, repentinamente abrumada— .... estos absurdos episodios depresivos que me hacen sentir como la mierda... Es que realmente no soy digna de ser tu hermana ni hija de Selene.

En cuanto las palabras dejaron mis labios, ella sacudió su cabeza en negación, al tiempo que colocaba una mano en mi hombro desnudo y lo acariciaba con gentileza—. Nunca en toda mi vida he conocido a alguien que haya experimentado tanto dolor como tú, sestra, y desde tan corta edad —admitió y mis ojos volvieron a humedecerse. Dioses, ¿por qué tenía que ser tan sensible?—. Y, aunque he sido testigo de todos tus arranques de ira... aún sigo sin creer seas una mala persona, Alma; pues a diferencia de muchos, tú sí sientes remordimiento por las cosas malas que haces... sientes todas tus emociones. Ya sean positivas o negativas, pero las sientes, y es precisamente eso, lo que diferencia a los humanos de monstruos.

—Pero, no soy humana, Alice. —mentí; en esos momentos, lo era.

Una simple, y débil humana más...

Ella, sonrió levemente antes de observarme con el ceño fruncido—. Está claro que no; pero ahora mismo, me da la impresión de que sí. —quiso bromear y quise reírme un poco con ella, pero, sólo terminé haciendo una mueca que la hizo dejar de reír, levantarse y luego tenderme la mano para que la imitara.

Elevé mi mirada hacia ella antes de tomar su mano con firmeza.

—Hoy dormirás con tu loca hermana menor. —decretó y por primera vez en una hora, sonreí un poco cuando alternaba su vista en la ropa arrugada en el suelo y en mí cuerpo, antes de sonreír con picardía—. Enserio no quiero saber lo que estabas haciendo semidesnuda, hermana, porque no sé si tendré que romperle el cuello a un chico por idiota o darle una palmada en el hombro por tener tan buenos gustos. —soltó levantando una ceja.

—No es nada de lo que crees —le aseguré, un poco más animada al tiempo que soltaba su mano y me dirigía al cuarto de baño—. Iré a darme una ducha, pero cuando salgas, hablaremos sobre cómo no te escabullirás más para verme porque nos pone en peligros a todos. —decreté girando el frío pomo de metal para ingresar—. ¿No queremos que el plan de Selene por mantenerme oculta se vaya a la mierda, ¿verdad? —inquirí mirándola de reojo una última vez antes de entrar y perderme en el baño.

Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora