«¿Qué demonios sucedió aquí?»La mirada de Adad Nikolov y las del resto de sus hermanos insistía en perpetuarse dentro de mi mente, incluso tras haberlos dejado atrás.
En especial, la expresión fría y vacía, la cual parecía ya algo característico de los tres hermanos...
Pero, la insistencia de Morrigan, de permanecer en la vida de Selene, inmiscuida en nuestros asuntos, era lo que más me tenía hastiada... hasta el punto en que había comenzado a notar algo demasiado retorcido en aquella situación.
Pues, ¿cómo m podía ser tan importante para la reina oscura estar en nuestras vidas, en la vida de Selene?
"¿Por qué mejor no te preguntas porqué Morrigan Nikolova, una asesina despiadada, te tolera tantos gritos e insultos cuando no le tiembla el pulso para asesinar a otros que osen faltarle el respeto?"
Replicó la voz dentro de mi mente, y tenía que admitirlo: en ocasiones, aquella voz lograba sembrar dudas en mí que ni siquiera era capaz de formular por mí misma.
Era como... si aún a a través de mí, ese espíritu o lo que sea que albergara en mi cuerpo y mente, tuviera... una vida y personalidad propias.
"No intenta hacerme daño, quizás porque le tiene aprecio a Selene."
Me contesté a mí misma, sin embargo, la duda persistió dentro de mi mente, escondida entre las sombras y la oscuridad. Pero dentro de mi cabeza. Ya que, por incrédulo que pareciera, la pregunta me hacía replantearme un trasfondo más siniestro y retorcido para aquella situación.
«Sí, criticaba sin reparo; pero también me estaba volviendo loca con tanta pensadera».
Por otro lado, Morrigan Nikolova, parecía tener una verdadera e insana obsesión por Selene.
Lejos de la ironía, de las suposiciones, la bruja denotaba una fuerte fijación por la castaña.
Dando la alusión, de querer estar cerca de ella por encima de todo, sin importar lo que tuviera que hacer para conseguirlo.
Eso, debía ser de mucho cuidado; todos sabíamos que la reina oscura no estaba en sus cinco sentidos.
Si Selene no tendría precaución... yo sí lo haría.
Las dudas, me hacían palpitar la cabeza de dolor mientras descendía junto con Alice unas largas escaleras metálicas en forma de caracol.
Con cada escalón, que pisábamos, podíamos ver más de cerca el gran vestíbulo decorado de forma elegante, pero sin perder el tinte antiguo y sombrío.
Una especie de escoltas, con túnicas oscuras, altos y fornidos, yacían de espaldas a las grandes puertas dobles de entradas.
Aún, desde la distancia que nos separaba, y sin verlos de frente, sentí que desprendían la misma aura oscura de su "reina."
Reina...
Una leve y burlesca risa, se escapó entonces de entre mis labios, en lo que continuaba descendiendo las escaleras junto a Alice, la cual no dudó en mirarme de inmediato con el ceño fruncido en confusión.
—No es nada. —le aseguré, restándole importancia con un gesto de mis manos y aprisionando mi labio inferior entre mis dientes.
Morrigan no era la reina de nada; poseer un castillo y escoltas no la hacían reina.
Lo único que gobernaba eran los sombríos muros de su fortaleza...
Los reyes de verdad gobernaban naciones.
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Alma de acero y corazón de cristal [En proceso]
FantasyLa sangre de un grupo de jóvenes está siendo utilizada para crear una cura contra un virus que amenaza con destruir la humanidad, o esa es la mentira que se les ha dicho a las ingresadas al programa para que no hagan más preguntas.