Me adentro en el Impura con la esperanza de ver a mi novio, hoy no estoy vestida extravagante, no llevo zapatos y no tengo la mínima intención en que alguien se fije en mí. Me puse los short más feos que encontré en mi armario, azules con blanco cuadrillé y una camisa blancas. Piero me observa desde la barra del bar, su atención estaba puesta en un viejo de unos 70 años que bebe como si fuera el ultimo día de su vida. Probablemente lo sea.
—Hola —saludo, el esboza una sonrisa y me toma del borde de la camisa para acercarme a sus labios y besarme como si nunca lo hubiera hecho en su vida. Su lengua entra sin permiso a mi cavidad bucal, recorre cada centímetro de mí, nuestras respiraciones se funden en una sensación de desesperación y la barra que nos separa comienza a ser una molestia. Alguien tiene la caradurez de poner su mano en mi espalda y me alejo de inmediato. Es Enoc.
—Creí haberles dicho que en el trabajo nada de besos en publico —Pier suelta una risita digno de un niño que acaba de cometer una travesura y la mirada de Enoc no demuestra que le divierte esto. Luego baja la mirada a algo que le llama la atención, el bulto de los pantalones de mi novio —Pier, calma tu situación. —Las mejillas se le enrojen de manera automática y se tapa de inmediato con su manos, sonrió —¿Qué haces aquí, Venus? —saca su teléfono —nadie me dijo que vendrías
—Oh no, solo venía a ver a Pier —asiente con su cabeza y analiza mi rostro, esperando otra respuesta
—Ya lo viste, lárgate
—Recién llego
—Si alguien te ve, no dudaran en pedirte —blanqueo mis ojos, Enoc sube su mano y acaricia su cien con suavidad, como si estuviera cansado de lidiar con nosotros —dame un coñac, Pier —ordena y el nombrado asiente tan rápido que parece muñeco de parabrisas.
—¿Y qué tiene de malo? —pregunta Pier. Aun no he encontrado el momento para decirle lo que está pasando —Creí que venias a trabajar —niego, Enoc no duda en clavar sus ojos en mí.
—¿No le has contado nada?
—No he tenido tiempo
—¿Contarme qué? —la confusión en su rostro es notable, un hombre se acerca a pedirle un trago y este asiente suavemente sin quitar sus ojos de mí. Enoc posa su mano en mi cintura atrayéndome a él, estoy a nada de golpearle, pero veo que no lo hace con malicia, son los ojos de ese hombre que se ha acercado a pedir un trago lo que lo pone en alerta. Me mira de abajo hacia arriba, tome el trago que Pier le da y se aleja sin quitar sus ojos de mi cuerpo. Enoc me deja en paz.
Piero me mira como si fuéramos un par de extraños, un matrimonio discutiendo en medio de un bar de putas.
—Venus ya no tiene que bailar para cualquiera —el borde del vaso toca sus labios, es muy audible como se escucha su tragar. El ardor que siente en su garganta ahora habita en la mía. —Escarlata tiene derecho sobre ella
—¿La exclusividad no conlleva a otros tipos de tratos, Artemis? —pregunta, mis ojos se abren como platos al escuchar como de su boca nació mi nombre, mi verdadero nombre y aquel que vive y tiene poder cuando estoy fuera de aquí. En su rostro no hay ni una sola gota de arrepentimiento, el no esta de acuerdo y me lo hace saber pronunciando mi nombre como si este le pesara. Enoc mira hacia todos lados y se acomoda en su silla.
—¡¿Qué dijimos de los nombres, Pier?! —blanque sus ojos, la manos de Enoc se enredan en la camisa de mi novio y lo atrae con tanta brusquedad que el vaso de coñac queda completamente esparcido por la mesa. Retrocedo y no me interpongo, no puedo hacerlo la mano del guardia ya está puesta sobre mi pecho y me empuja hacia atrás con suavidad. —Puedes cambiar tu actitud o renunciar, no vas arruinar nada de este negocio Piero
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Impura
Random+18 🌻Venus, una talentosa bailarina exótica, ha perfeccionado el arte de ocultar su vida nocturna tras una fachada de normalidad. Durante más de dos años, ha dominado el equilibrio entre sus estudios universitarios y su trabajo, generando ingresos...