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Luego de mi cita con Escarlata, sin obtener nada sexual, más que cariño y besos en la piel, regreso y me encuentro en la puerta con Wanda. Intentando muy torpemente abrir.

—¿Te ayudo?

—¡Dios santo, Artemis! —exclama completamente asustada, se ha pegado contra la puerta de su hogar y ha llevado su mano al corazón. —¿Qué haces a esta hora? Pensé que no llegarías

—Si, pero llegué —me acerco, le quito la llave de las mano y la introduzco en la ranura. —¿Y tú?

—¿Yo que? —la expresión de su rostro me genera un poco de desconcierto, está muy asustada y las manos no le dejan de temblar.

—¿Tu qué haces aquí? Son las cuatro de la mañana y...

—Tenía trabajo que hacer —contesta con rapidez

—Hueles a vino

—¿Quieres saber algo más? —pregunta, niego y me concentro en abrir, pero al parecer algo está interviniendo con la entrada de esta llave. —tu padre dejo la llave del otro lado, por eso no se puede abrir

—Bien... bueno —miro la cerradura —¿entonces qué? ¿nos quedamos aquí? ¿o vas a ingresar por alguna ventana? —suspira con pesadez y niega

—Las ventanas tienen seguro por dentro, cuando salí me encargué de que todas estuvieran cerradas

—Que inteligente eres, Wanda

—Es tu maldita culpa por no estar en casa al horario, es más, ¿Dónde estabas? ¿Con el idiota de Pier?

—Estaba trabajando

—¿No trabajaste a la tarde?

—¿Tengo que contestar a todo? —pregunto molesta y dando un paso al frente, demostrando mi propia autoridad

—Tienes que contestar todo —da un paso al frente, la expresión en su rostro se torce y aprieta su mandíbula con molestia —cada cosa que te pregunto quiero que sea respondida

—No eres mi madre —susurro, ladea su labio y una sonrisa maquiavélica se forma en ella.

—Si no estuviéramos al exterior, te pondría de rodillas ahora mismo

—No me arrodillaría ante ti, jamás

—Eso ya lo veremos —susurra y eleva su mano para golpear con suavidad mi mejilla izquierda. Se aleja de mí, comienza a caminar hacia el exterior y su auto.

—¿Dónde vas?

—¿Tengo que contestar todo? —pregunta y suelta una suave risa de burla —ven, no nos quedaremos aquí

—¿Y porque no llamamos a mi padre?

—¿Y porque no te subes al maldito auto y dejas de hacer preguntas? —observo todo a mi alrededor, no hay mucho que hacer aquí y despertar a mi papá, a está hora con lo cansado que debe estar... Se acerca a mi cuerpo, enreda su mano con la mía y me arrastra hacia la puerta del copiloto. Una vez dentro, desliza su cuerpo para colocarme el cinturón de seguridad como si fuera una niña. Pero estoy cansada, quiero dormir y tal parece en casa no será. Rodea el vehículo y se sube.

—¿Dónde iremos?

—A mi oficina, tengo sueño, tu padre no va a contestar y la única opción que tenemos es esa

—¿Tenemos? Puedo ir a lo de Pier

—No, todo, menos eso, iras conmigo a mi oficina —enciende el vehículo, no me opongo y me dejo guiar hacia donde ella pida, como dije antes, solo quiero dormir.

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora