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—¿La deseas? —pregunta en susurro, volviendo a tomar el ritmo que antes había logrado adquirir. ¿La deseo? Nunca había deseado a nadie, fue la primer persona que pudo haber salido de mi boca, es quien me beso y quien me genera una confusión. Desear a alguien es completamente fuerte, es una palabra poderosa y ¿es deseo?

Soy arrebatada de mis pensamientos, de nuevo me da una abofeteada.

—Contesta cuando mami te pregunte —susurra.

—Si, la deseo

—Creí haber escuchado que no eras lesbiana

—No lo soy —suspiro —no recuerdo haber dicho que... —empuja su cuerpo con fuerza hacia adelante, acallando mis palabras y llevando su mano a mi boca. El cuerpo entero comienza a sentir la incomodidad de la insatisfacción. Aprieto con fuerza las cadenas, los talones de mis pies se clavan en los muslos de Escarlata, su mano se escapa de mi boca y sostiene con fuerza uno de mis pechos.

Arqueo la espalda, lo único audible es su respiración y los besos húmedos que esparce por mi cuello, con su sonido suave de necesidad. Detiene el movimiento de caderas y cada vez me siento más vacía.

—¿Qué haces? —pregunto con la respiración agitada y claramente desesperada ante la sensación negada del orgasmo. Sus dedos se deslizan por mi mentón, sujetándome con fuerza y generándome un pequeño dolor.

—No seas tan desesperada, no te vendrás, hasta que mami quiera —el corazón comienza a latirme con más fuerza.

Dejo de sentir la totalidad de su cuerpo, el aire frio de la habitación me golpea la desnudez y con sus manos tira de mi cuerpo un poco. Se arrodilla entre mis piernas, las eleva sobre sus hombros y se detiene un momento.

—Todo mío —susurra, mi estomago se contrae, su tacto se esparce con delicadeza sobre esté y baja hacia mi monte de venus. La yema de sus dedos siente la prominencia de mi excitación, aprieta con fuerza y un chillido se escapa de mi labios e intento mover mis piernas ante la necesidad de más contacto.

El dedo pulgar se da el lujo de moverse en círculos sobre mi clítoris, imposible no comenzar a mover mis caderas, quería más y la excitación pasada estaba volviendo a hacerse presente.

Introdujo uno de sus dedos, lo movió circularmente y cuando lo quito, se tomo el descaro de meter dos. Anular y corazón, olvidando la atención que el pulgar había ejercido sobre mi situación, ahora era su palma la que hace el contacto mientras metía y sacaba los dedos.

—¿Te gusta esto, Detka? —muerdo mi labios, es imposible concentrarse y contestar —¿te gusta que los dedos de mamá estén dentro de ti?

—Si...

—¿Si, que?

—Si mami

—Como me gusta verte así —quita de mi sus dedos, me atrae de nuevo y sin esperar un poco más ingresa con su correa tan fuerte como le es posible, intento ignorar el grandísimo dolor que me ha generado. Entrando y saliendo con tanta fuerza, estirando mis paredes a su antojo. Sus manos suben por mi cuerpo, quitan las cadenas que había puesto al principio y siento la liberación de mis manos.

Por un acto reflectivo, dejo caer mis manos sobre su espalda, intento sostenerme de su cuerpo y cuando estoy a nada de acabar, su boca encuentra la mía. Recorre cada centímetro de mi cavidad bucal, respira con dificultad está igual o peor de excitada. Bajo mis manos, sintiendo sus pechos en mis manos y apretando con mucho cuidado de no lastimarle, su boca solo suelta pequeños gemidos que son ahogas en mí.

—Mami... —susurro entre sus beso, me sostengo de ella con fuerza y siento como mi cuerpo está siendo invadido por un pequeño temblor, la correntada de electricidad

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora