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Pier me convenció de invitarlo a ver una película, como Wanda no estaba y Lisa salió a una fiesta, me pareció buena idea. Aunque lo obligue a entender que no iba a pasar nada sexual acá, porque debía respetar la casa de mi padre. Ahora estaba recostada en el sillón, con la cabeza de Pier entre las piernas y mirando una película... una que eligió el. Algo sobre el medio oeste y caballeros, un asco. Baje mi mano para acariciar su cabello, está metido de lleno en la película y yo me moría del aburrimiento.

El timbre de la casa suena.

—Llego la pizza —se levanta un poco para darme el espacio y me encamino hacia la puerta. —Buenas noches —digo cuando me encuentro con el repartidor, el dialogo es corto, le entrego el dinero y el muchacho se va.

—¡Uy pizza! —exclama con alegría y se sienta para estar más cómodo. Lo observo divertida. —¿Dónde está, Wanda?

—No lo sé, salió esta tarde y no ha regresado

—¿Crees que le moleste verme aquí? —elevo mis hombros y tomo asiento a su lado, sus ojos azulados me miran una última vez. —tengo que decirte algo...

—¿Qué?

—Creo que me odia

—Y no deberías esperar menos por tu último espectáculo en la puerta de su hogar —blanquea los ojos

—Ya me disculpé con ella por eso, pero... ¿Por qué condenarme? —se lleva a la boca un pedazo de pizza —¿Y tú?

—¿Yo que?

—¿Cómo te llevas con ella? Si algo malo pasa, vamos a mi hogar y dejas este, sabes que me importa poco lo que diga tu madre.

—Me llevo bien, bueno, la última semana no la he visto —contesto y recuerdo esa noche, todavía navega en mi cabeza la incertidumbre de si fue real o no —me refiero a que la veo por la mañana, pero luego se va al trabajo y dejo de tener contacto con ella

—Es abogada, ¿no? —asiento —debe ser rígida —le miro y frunzo el ceño sin entenderle —con tu padre, el sexo, me refiero

—Oh no, no vamos hablar sobre mi padre y como tiene sexo con su novia —el suelta una carcajada, mi teléfono suena y la pantalla se ilumina con el nombre de Enoc. La sonrisa se le esfuma. —Tengo que atender —tira la pizza sobre la caja y aprieta su mandíbula con fuerza.

—¿Sabes? Prefiero mil veces cuando no estabas pendiente a una sola persona —escupe molesto, sostengo el teléfono y no contesto —quiero que le des un final

—Pier...

—No, Pier nada —se levanta del sofá y su tono de voz con él, no me habla de una forma pasiva —está destruyendo nuestra relación, no puedo tenerte ni un solo momento para mi —blanqueo los ojos, quiero evitar está discusión y no terminar mal, pero es inevitable. ¿Quién está haciendo las cosas mal? ¿Yo que necesito el trabajo o el que no aguanta los celos?

Levanto las cosas y me encamino hacia la cocina para dejarlas ahí, la cena se terminó.

—¿No piensas hablar conmigo? ¿No vas a verme a la cara? —pregunta molesto, su voz no es tranquila y escucharlo gritarme me pone los pelos de punta, me giro, sus ojos azules se han oscurecido de la ira que lo carcome por dentro. —Estoy cansado, estoy cansado de que pongas el trabajo delante de mi

—Pier, hablamos mil veces de esto y te dije —suspiro y cierro los ojos un momento —¡Te dije que necesito el maldito trabajo!

—Y yo me ofrecí a trabajar por ti, hacer más horas y pagar tu universidad —al abrir los ojos me encuentro con la mirada desesperada de mi novio y froto con fuerza mis manos en mi rostro, el teléfono vuelve a sonar

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora