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Es sábado, no esperaba que fuera tan rápido y apenas abrí los ojos esta mañana, tenia los ojos de Anne mirándome como si esperara que despertada, todo porque quería ir hacer pis y le daba miedo que hubiera un monstruo en el baño.

Le he dicho que no llega a los espejos, pero no ha entendido mi chiste y es que es una niña y yo soy muy cruel cuando recién despierto. Tuve que quedarme con ella hasta que pudiera hacer sus necesidades, me cantó una canción que escucho por la tele y luego me conto porque creía ella que llovía... después me pregunto si cuando sea grande seria igual de bonita que yo.

Le dije que será muy bonita como su mami, no le gusto nada.

No sé si lo he mencionado, pero para no andar confundiéndonos cuando quieren llamarnos, yo soy mamá y Wanda mami. Es una pena que de sus bocas solo se escape la palabra mamá, todos los días a todas horas y la muy desgraciada de su madre se la pasa haciendo cosas.

Ahora estoy batallando con el botón de la secadora de ropa, es sábado, hay un sol precioso y tengo que aprovechar para lavar la cantidad exagerada de ropa que ensuciaron los monstruos estos días. Si no se ponen a ver tele, juegan a las cocineras, luego a las pasteleras haciendo tortas de barro en el patio trasero y me cortan las flores como decoración. Las he retado, pero no hay caso, se niegan a ser obedientes y disciplinadas.

—¿Tienes un plan para esta noche? —pregunta Mark a mis espaldas, detengo mis movimientos violentos contra el botón y me giro un poco para mirarlo. Esta apoyando en el marco y me ha robado una manzana, le da una mordida.

—Acepto ideas —murmuro volviendo a apretar el botón, finalmente la pantalla se ilumina y comienza con su ciclo de secado, son veinte minutos. No sale del todo seca, es una mentira comprar esta porquería, pero la utilizo para que no este tanto tiempo en el sol y no comiencen a descolorarse.

¡Dios, soy toda una mamá!

—Yo le cancelaria a Wanda —le da una mordida a su manzana, suya porque ya mía no es... el sol atraviesa la puerta ventana del lavadero, puedo ver a las niñas jugar a las atrapaditas y reír a carcajadas. Sus cabellos brillan a más no poder.

—Creo que voy a tener que cancelarle a Sarah —susurro, las niñas son tan felices y no quiero hacer nada que perjudique la paz de ambas.

—O podrías decirle la verdad —suelto una carcajada y entre abro la puerta ventana para gritarle a mis niñas

—¡Suelten ese palo! —ambas se sobresaltan y Mary lo tira de inmediato al suelo, Anne le da una patada hacia un costado. —¿quieres que me mate? —le pregunto, el cree que es broma, pero no lo es

—Lo mejor que puedes hacer es aclarar tus cosas y decir la verdad —suspira —no tienes que mentirle siempre —se lleva la manzana a la boca de nuevo, pero esta vez no puede morder

—¿Mentirle a quién? —Wanda. Mark se sobresalta y la manzana se cae de sus manos, rueda hacia mis pies, no quiero levantar los ojos y encontrarme con los suyos.

—Mi amigo, Esteban —se escusa Mark de inmediato y se inclina para tomar la manzana —voy a lavarla —elevo mis ojos, mi amigo se gira y traga saliva cuando nota que tiene a la mujer muy cerca, apega su cuerpo al marco de madera y con pasos lentos intenta rodearla. Wanda no le quita la mirada de encima, hasta que finalmente se va y su verde recae sobre mi rostro.

—¿Mentirle a quién? —pregunta de nuevo

—A su amigo Esteban —le sigo el juego, Wanda camina con suavidad hacia mi posición y se queda muy cerca de mi rostro, trato de apegar mi trasero al secarropa lo más que puedo, hasta que ya no puedo más. Esta demasiado cerca. —El amigo de él, le miente a su novia... —susurro aclarando un poco más mi propia mentira

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora