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El silencio que usurpa cada uno de los espacios del hogar pone cada vello de mi cuerpo en punta, Wanda tomas las llaves de su vehículo y sale disparada por puerta, no escucho que la cierra, no escucho ni un solo golpe. El rugir del motor no me da buena sensación, puedo ver el exterior y notar el humo de tierra que ha dejado su partida. No puedo mover ni un solo musculo, estoy petrificada ante la idea que estamos en problemas, yo por no esconderme bien y el policía por serlo. Aferro mis manos a mi camiseta, espero unos minutos y al no ver su regreso me encamino con mucho cuidado hacia el exterior. La puerta de entrada se ve cómo la entrada al paraíso de la libertad, pero no quiero escapar y correr, no tengo fuerzas para eso. El viento fresco del día golpea mi rostro, acaricia mi nariz con suavidad y arrugo la misma, el bosque parece demasiado desolado y ausente. No escucho más que mi respiración, mis pensamientos y la idea intranquilizadora de que Wanda podría estar en problemas. Me alejo de la puerta principal, mis pies tocan la tierra nuevamente y es inevitable no sentir un pequeño dolor. Las manos fuertes de un ser al que no escuche, toman posesión de mi boca y mi cuerpo, aferra su mano a mi grito y acalla por completo mis niveles de desesperación.

—Artemisa, tranquila, soy el oficial Tyler —su voz es suave, susurran por lo bajo que tiene exactamente el mismo miedo que yo y al sentirlo, intento tranquilizarme más.

—¡¿Por qué regreso?! —grito con tanta fuerza, retrocedo y me tropiezo con un pedazo de rama seca.

—Artemis tranquila, no levantes la voz —su desesperación es notable y mira hacia todos lados, el corazón se me va a salir. El miedo saco boleto para ver está situación en primera plana y ahora disfruta como mis niveles de estrés, de trauma se elevan cada vez más. —sé que se dio cuenta, espere a que se fuera para venir a sacarte de aquí —niego y retrocedo cuando intenta acercarse.

—¡Ella lo asesinara! —exclamo, el oficial sostiene su arma en la mano, extiende la otra y le tome para levantarme —no tiene ni la menor idea de quien es

—Solo es una mujer, nos iremos antes de que regrese —me aferra a su cuerpo, el tacto me parece invasivo y si Wanda llegase en este momento, me matará por acceder a marcharme.

—Ella me asesinara, no puedo dejarle —insisto, el frunce su ceño

—Artemisa, ¿estás aquí por tu propia decisión? —niego —entonces, vamos ahora, no perdamos el tiempo —me aferra a su cuerpo más que antes y me lleva casi arrastras por el camino, cierro los ojos e intento ignorar como las piedras, las ramas y espinas se clavan en mis talones, como el dolor se hace presente. Ya no se siente como una suave molestia.

—¿Por qué regreso? —susurro en pregunta

—No puedo dejarte aquí —aprieta mi mano, nos detenemos detrás de un árbol y me doy cuenta que ella ha regresado, apenas logro ver la casa, pero puedo notar su furia a kilómetros. —no quería correr el riesgo de que te llevará

—Nos va a atrapar —cierro los ojos, las lágrimas me chorrean como el día que mi madre me dijo que santa no me traería más regalos y cuando la abuela se fue a un viaje eterno. Al infierno, porque según mamá era una bruja.

—¿Por qué dices eso?

—Se conoce el bosque como la palma de su mano, intente escapar dos veces —confieso y levanto mi camiseta para enseñarle las marcas de la primera y la segunda, la más reciente, heridas frescas y con necesidad de ser curadas de manera correcta.

—¿Ella te hizo eso? —asentí

—Lo mejor sería, es que usted regrese a su vehículo y yo a mi hogar

—¿Tu hogar?

—Es la única forma que tiene para ayudarme —muerdo mi labio con fuerza, la sangre brota de ellos y oficial se nota muy preocupado, atento a nuestro alrededor.

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora