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*Artemis*

Mis uñas se entierran en mi cuero cabelludo, el agua choca contra mi cráneo y se esparce con rapidez por la desnudez de mi cuerpo, remarcando la figura, la cintura y la desesperación que antes acune en mí. Llevo 5 días escondida en este motel de quinta mano, no he salido si quiera a comprar el pan, todo me lo han traído a la puerta de la habitación y por mucho que intento alejarme de las ventanas, en la noche, no puedo cerrar los ojos sin pensar en su cara.

La mampara del baño se ha empapado por completo, el agua está tan caliente que el vapor que ha formado es desesperante, pero estamos en inverno y no hay nada peor que está estación.

Cierro las canillas del agua, estiro mi mano para tomar la toalla y la envuelvo en mi cuerpo, observo en el lavabo la prueba de embarazo, no he querido afrontar eso, tengo la esperanza de que Wanda en realidad haya mentido y yo, por milagro, no tenga nada dentro mí. De otra forma, no me hubiera dejado salirme con la mía. Pero el miedo que siento no se detiene, luego de enviarles a toda la fuerza policial encima, lo mínimo que espero es que esté entrando a una celda de máxima seguridad y desayunando todas las mañana un té con restos de pan, de ayer. Para Natasha espero lo mismo.

No me molesto si quiera en vestirme, abro las cobijas e inserto mi cuerpo, mi refugio es el noticiero nocturno que habla de la inseguridad de la zona donde estoy quedando, no estoy tan alejada de mi próximo destino y por suerte, muy lejos del anterior. Quiero algo tranquilo, me olvidaré por completo lo que fui, comenzare de nuevo y de 0, me enamoraré, me casaré... y no, no tendré hijos. Acurruco mi cuerpo, buscando más calor del que emana mi cuerpo y observo fijamente la ventana. Está levemente abierta, se puede ver quien pasa por el pasillo abierto, la cortina se mece muy suavemente y me hace sentir en paz, la idea de que nadie puede meter su mano por esa abertura, mínima y fina. Poco a poco voy cerrando los ojos, estoy cansada y el cuerpo me lo hace saber.

Bostezo grandemente, alcanzo el control remoto para apagar la pantalla y dejarme a oscuras en un cuarto completamente desconocido, esta situación solo me recuerda a todas las películas de asesinatos que he visto. La luz de mi móvil parpadea, he tenido que comprar uno nuevo y deshacerme por completo del anterior, lo enterré por algún lugar del camino.

Intento aferrarme con fuerza a la realidad, a la mundo que todavía está despierto y no caer en las mano se Morfeo, ese ser tira de mi cuerpo hacia las penumbras de lo más solitario. Hay un pequeño sonido que proviene del baño, la canilla no cierra correctamente y el goteo es evidente, alejado, cae cada 7 segundos y se golpea con los cerámicos del suelo. No puedo dormir, no puedo hacerlo, la tripa de mi estomago gruñe, me desespera y me levanto. Tomo una camiseta, una que compre en una venta de garaje, conseguí 4 diferentes, vintage y con algunas manchas de, quiero creer, aderezos.

Me encamino hacia el baño, observo en el lavabo aquello, no puedo, debo hacerlo y lo abro, pero no entiendo mucho, nunca en mi vida he escucho esté tipo de cosas. Una diminuta bandejita donde se supone debo colocar mi orina y una varilla que parece más un termómetro que un test. ¿Por qué los hacen de está forma?

Me siento en bidé, intento lo más que puedo hacer mi necesidad dentro del pequeño recipiente y es un hecho, me he meado toda la puta pierna. ¿Cómo? No lo sé, se supone que eso no debería pasar. Bajo la tapa del inodoro y lo dejo ahí, estático. Lavo mis manos, limpio mi pierna y vuelvo a las instrucción, no soy buena con esto, con nada en realidad.

Debo poner el test dentro, apenas que se moje un extremo y esperar 10 minutos.

Bien, esto serán los 10 minutos más largos de mi vida y eso que he tenido minutos peores, esto define mi libertad, mi propio poder de decidir sobre mi cuerpo. Respiro profundamente, no lo soporto, regreso a la cama y desde mi posición vigilo el test, que no vaya y que no escape. Que no sea cobarde y me revele la verdad.

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora