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Luego de 20 minutos manejando sin rumbo alguno, me decidí por regresar y no al hogar donde Wanda me tenía, a Impura, porque necesito dinero y el único lugar donde sé que hay dinero es ahí. Hace dos horas que estoy afuera, esperando que Enoc ingrese, no hay rastro de Natasha o de Wanda, eso es reconfortante. Tengo en mi cintura la pistola con la que Wanda le disparo al civil y en mi sangre corre la valentía que necesito para correr o matarme en todo caso. Observo sus cabellos rubios ingresar, le sigo los pasos y noto que no hay guardias en la puerta, en cuento abre la puerta empujo su cuerpo dentro y sorprendido se gira.

—Venus —nombra

—No digas mi puto nombre —murmuro —necesito que hagas algo por mí, por las buenas —saco la pistola de mi cintura y le apunto —o las malas

—¡Okey, tranquila, será por las buenas, soy tu amigo! —eleva su manos tratando de que baje el arma —Yo no la llamaré, tranquila —asiento y le creo, después de todo fue el quien me pregunto si quería ayudar para salirme —imagino que es dinero, ¿verdad? —asiento, el cierra los ojos y muerde su labio, asiente con suavidad y se encamina hacia su laptop.

—¿Qué harás?

—No puedes andar con efectivo, no es seguro —susurra, me acerco para notar que está en una página bancaria —te haré una trasferencia

—No tengo mis documentos —señala el fichero, lo abro y ahí descubro mi billetera, con mis cosas, hasta las llaves del auto de mamá. Lo tomo con rapidez.

—Bien, Venus, aléjate de las carreteras principales —le miro —y no vayas con la policía, eso solo te meterá en problemas

—¡Merecen estar en la cárcel! —niega con rapidez

—Tiene comprado al agente que lleva tu caso, solo te meterás en problemas, hazme caso y vete, lejos, a un lugar donde no te encuentre —traga saliva —Wanda es muy persistente y me temo que te encontrará, pero haz lo que sea para que no suceda aquello —me toma por las mejillas y sostiene mi rostro con delicadeza, con miedo que el cristal de mi piel se destruya —hice lo que pude para que no hiciera esto, intente convencerla de que era mala idea pero estaba centrada en ti y cuando se enteró lo de Gustavo, fue espantoso, perdió por completo la razón —los ojos se le cristalizan —te quiero como a una hermana, Venus y me duele muchísimo tenerte en esta situación, no te imaginas la culpa que siento —el latir de su corazón es audible, está desesperado. Dejo de sentir su tacto, limpia las lágrimas que se le han escapado de sus ojos y respira profundamente —ahora veté, no salgas por adelante

Asiento.

Las luces de Impura están tenues, la música suena con sensualidad, como si nunca hubiera desaparecido alguien aquí, las jóvenes no me notan y quiero gritarles que escapen, que huyan, que alguien día, algún demente se obsesionará con alguna y tendrán que correr por sus vidas, escapar.

Que su mayor miedo se hará realidad, que las atraparán en medio de la oscuridad, de la confusión y les tenderán la mano, cuando en realidad, ellos pusieron la trampa.

Me detengo en seco al notar a Piero en la barra, limpiando el cristal de los vasos con mucha suavidad, sus ojos azules perdidos en los pensamientos, su cabello peinado con delicadeza hacia atrás y el nudo que se forma en mi garganta, es arrancada cuando mi cabeza siente la realidad respirándome en la espalda. Debo seguir adelante, paso a unos metros de su cuerpo y abro la puerta de la cocina, la muchacha que está de turno me da una mirada rápida y luego vuelve a lo suyo, no le interesa o no sabe quién soy. Siento en mis dedos el metal del tubo que abre la puerta, lo tiro hacia abajo y la claridad del exterior me devuelve al mundo real. Camino unas cuadras, aferrando el abrigo de Wanda a mi cuerpo, porque si, no tengo otra cosa. El auto está lleno de su ropa.

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora