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Ha sido muy difícil para ellas dejarme decidir sobre mi propia vida, es como si no tuviera autonomía de la misma y aunque hoy no puedo presumir que estoy libre de sus garras, sigo aquí, en el falso impura con ellas en frente esperando que de mi boca salga algo coherente, humano o cometa el error de decirles que quiero abandonarlas a ambas. Hay mucho libertad en sus palabras, lo saben y ambos corazones están acelerados, Nat intenta con todas sus fuerzas mantenerse calma, pero le tiembla la mano ligeramente. Wanda ni si quiera lo intenta está mordiéndose las uñas, mirándome profundamente y esperando que por favor no diga que quiero irme a casa... ¿pero que es casa en realidad?

No considero volver a la jaula en la que estaba, que misa los domingos, que la universidad por la semana, preguntas de donde he estado, que me han hecho, de porque trabajaba en un lugar tan impuro, de porque abandone a dios... y el no a mí, para mi madre el nunca me hubiera abandonado, pero conozco sus palabras dirá y me recordará todos los días de mi vida lo impura que fui, sé que a esa casa no quiero volver, no quiero estar cerca de ninguna en realidad pero tengo una extraña sensación en el pecho que ya me impide imaginar un futuro donde no estén... porque todas las historias mentales que me he creado terminan con ambas junto a mí, no de una forma romántica, creo... no lo sé en realidad, tengo una gran nube de humo en la cabeza.

Pero no dejo de pensar en mi hogar, junto a esos pequeños monstruos es que son míos también, yo las lleve en mi vientre y no puedo permitir ceder mi maternidad tan fácil, ¿luego qué? Dejo que jueguen a la familia feliz... hay un poco de mentira en esa libertad, lo puedo notar, Wanda se remueve incomoda en la silla y le da una mirada a Natasha al ver que estoy tardando en contestar. Quiero ir a casa si, pero a mi nueva casa y no planeo volver a la antigua, ya no me queda nada más que ellas... les pertenezco completamente.

—Iré a casa —Natasha aprieta el puño y Wanda ladea su cabeza un poco para tratar de entender mi respuesta, cierra los ojos con fuerza y aprieta sus labios, le duele.

—¿Segura? —pregunta Nat inclinando su cuerpo hacia adelante —tu familia no es la respuesta correcta —susurra

—Iré a casa, a mi casa con las niñas —aclaro y parece que le vuelve el alma al cuerpo. Wanda abre los ojos y no duda en acercarse a mi, me toma con tanta fuerza que siento un poco de dolor, pero me acostumbro de inmediato a la sensación y subo ambas manos con un poco de nerviosismo, le acepto el abrazo.

Mis manos encuentran un lugar en su espalda, cierro los ojos al sentir el aroma de su cabello y trato de aferrarla más a mí, es un abrazo suave, pero sabe que le pertenezco sabe que estoy perdidamente enamorada de ella y aunque intente negármelo no puedo, me lastima no poder tenerla tan cerca, pero al sentirla todo me arde. Abro los ojos, cuando siento que se aleja poco a poco y me encuentro con el verde de su mirada, sube sus manos a mis mejillas... con el dedo pulgar acaricia mis pómulos.

—Haremos todo bien te lo prometo, empezaremos de nuevo —susurra y se atreve a besar la comisura de mis labios, el beso me produce una extraña sensación en el estomago —se que no las quieres, pero lo harás y todo saldrá bien, eres su mamá —el tono de su voz es más suave de lo normal y hay un extraño brillo en su mirada, Wanda me deja la mente en blanco. —Vamos a casa —asiento y dejo de verla para mirar a Natasha que tiene su mirada perdida... Wanda le mira también. —Nat —la mujer eleva los ojos —vamos

—Yo no... estoy bien aquí —suspira y termina lo ultimo que le queda en el vaso, se levanta de la silla y cuando pasa por la mi lado la detengo, sé que voy arrepentirme en algún momento de todo esto...

—Vamos —insisto sosteniendo su brazo —ambas me hicieron parte de su vida, ahora yo te hago parte de la mía.

Entonces ahí acabo todo, se termino por completo la locura que habían jurado seguir hasta el final y dejaron de lado cualquier deseo impuro para ser personas normales. Bueno, casi normales.

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora