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Su mirada se vuelve un poco maniaca, va abriendo los ojos un poco más y cuando me doy cuenta que está sacando conclusiones ella misma, empuja mi cuerpo para salir de la habitación. Me interpongo en la puerta y no permito que pierda los estribos otra vez.

—¡No me beso! ¡No hay nada! —exclamo a los gritos, intenta correrme de la puerta y para muy a mi pesar tiene más fuerza que yo, me tira al suelo y en cuanto abre estiro mi pie para provocar su caída.

—Arte... —susurra mi nombre al mismo tiempo que estalla su cara contra el suelo, me levanto con rapidez y la tomo por el tobillo, arrastrando su cuerpo de nuevo adentro conmigo. Jules llega al piso de arriba tan rápido como se lo permite y parece que tiene el corazón en la boca, está pálida.

—Creí que... —suelto el tobillo de Wanda —pero veo que tienes todo controlado —me dice y estira su mano para cerrar la puerta. Wanda me da una mirada de esas que no entienden absolutamente nada, pero si, no culpo que Jules haya pensado que iba a asesinarme y hacer el papel de madre soltera; igual no podría las niñas la volverían loca. Me subo a ahorcajadas sobre su espalda para que no intente volver a escapar, tengo que tratar de tranquilizarla y si mentir me ayuda, deberé hacerlo.

Les enseño a las niñas que no lo hagan, que tienen que decir siempre la verdad, aunque para ellas parezca que es un completo error y podría ser el fin del mundo si la dicen, aún así tienen que decir la verdad.

En este caso, si será el fin del mundo y mamá tiene que mentir.

—Quítate —ordena con un tono de voz gélido, se mueve hacia los costados y cuando estira sus manos para tomarme por alguna parte del cuerpo, le sostengo con fuerza. Sus manos quedan en su espalda baja y tengo que moverme un poco para atrás.

—No me besó Wanda, es mi maestra de apoyo por favor entiende —sostengo con fuerza sus muñecas, tengo que tirar todo mi peso sobre ellas para evitar que se mueva y cuando deja de hacerlo, trato de buscar sus ojos.

Levanta su pierna y con el talón de su pie me golpea en el lado derecho de mi espalda, me deja sin aire, pero logra lo que quiere, deshacerse de mis manos. Mientras lucho con el dolor, la mujer logra tomar un mechón de mi cabello y tirarme al lado de su cuerpo, es ella quien se sube encima de mi ahora. Cierro los ojos ante el golpe evidente de mi cabeza, hace mucho que no peleaba con ella... la ultima vez fue con Nat y me acorralo contra la puerta de baño porque le urgía saber dónde había estado. Fue por Sarah esa vez también, pero no sabían de su existencia en ese momento.

Sus cabellos caen sobre mi rostro, respira acelerado y se antepone a cualquier movimiento que pueda hacer, me sostiene de las manos con fuerza a cada lado de mi cabeza. Tengo una excelente vista, quiero presumir ya que estamos...

—¿Dices la verdad? —asiento rápidamente, no quiero tardarme un segundo y que ocurra una masacre en la escuela estatal de Bougnainville. —Te creo —suspira y se inclina un poco hacia mi rostro —pero si me entero que mientes voy a matarla —mi bolsillo vibra, tengo el teléfono y sus mensajes, Wanda desvía la mirada, mis manos son liberadas.

No pierdo el tiempo, deslizo mis dedos por su nuca y la atraigo a mi boca. Si, la beso.

Desliza su lengua tan rápido dentro de mi que parece que para ella esto era un sueño, un deseo con el que vivía todos los días y hoy se hace realidad. Trato de seguir sus movimientos, el calor que emanan nuestras bocas y la suavidad de su lengua tocar la mía me hace querer morir aquí mismo, me ha privado tanto de su contacto que había olvidado lo bien que se sentían sus labios. Se desvía del propósito que era sentirla dentro de mi para avanzar hacia mi mentón, deja humedad sobre mi piel y no puedo detener la necesidad de mi intimidad, pidiendo a gritos un poco más que solo un beso. Hundo mis manos bajo su ropa, en cuanto me siente se aleja un poco y pone ambas manos sobre las mías para alejarme.

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora