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Soy empujada hacia mi habitación, Natasha está realmente molesta por lo de esta noche y se nota en las expresiones de su cuerpo, en lo tenso de su rostro.

—¿Quieres acostarte con todos ellos o qué? —eleva el tono de voz una vez que estamos dentro de mi habitación, da un golpe a la mesa provocando que la bandejas de la comida se salten un poco y cierro mis ojos unos segundos. No por miedo, por lo sobresaltada que me está poniendo.

—Solo es un estúpido baile —no le pongo interés, me acerco al baño para verme al espejo y poder ver por donde se desprende esta porquería, está comenzando a darme picazón en el cuerpo. Sus pasos me siguen, el tacón se clava en la madera del suelo con fuerza y se apoya en el marco de la puerta.

—¿Un estúpido baile? ¡Un poco más y te los coges enfrente de mí! —suelto una risa irónica

—Mira el lado positivo, podrías haberte llenado de dólares el bolsillo —empuja mi cuerpo contra la pared y me acorra entre sus brazos, sus ojos me analizan con dedicación, pongo mis manos en su cintura e intento alejarla de mi cuerpo... estoy lista para pelear de nuevo. —¿No es eso lo que quieres? —pregunto con la mirada fija en la suya, el aroma a Natasha no está muy alejado al de Wanda, huele a vainilla... es muy dulce. —¿no quieres que te devuelva todo el dinero? —insisto y le empujo el cuerpo contra el lavabo. El golpe la aturde un poco, su mirada se desvía un momento y me encuentro con sus defensas bajas.

—Solo quiero que bailes, nada más —susurra bajo, aprieto mis labios y subo mis manos para seguir intentando sacar el arnés que me aprieta el cuerpo. Bufo molesta, no se como carajo me lo puso, traga saliva y se acerca a mi cuerpo tímidamente, ha bajado sus niveles de discusión mucho y ahora solo quiere ayudar. Le permito que se acerque y tomo el artefacto por debajo, elevándolo por mis brazos y liberándome completamente de ser su rehén. No puedo mirarla a la casa, por primera vez me tomo el tiempo de mirar como está vestida y noto el caro traje blanco que lleva puesto. Reluciente, sin una sola marca de suciedad, el saco está desprendido y debajo lleva una camisa negra, dos de los botones estás sueltos. Puedo ver su brasear.

Dejo de verle el cuerpo para verla a ella, se encamina hacia la habitación y escucho que guarda aquello dentro de la bolsa de nuevo, segundos después... la puerta se cierra. Suelto el aire dentro de mis pulmones, cuento hasta diez para regular mis nervios y no dudo en segundo en quitarme lo que cubre mis pezones y mi ropa interior. Abro la ducha y el agua cae con fuerza sobre mi cabeza, necesito limpiarme de todas las manos que se pegaron a mi cuerpo y del sudor que me dejo bailar durante una hora seguida.

Cuando me aseguro que estoy completamente limpia, salgo del baño, no hay rastros de Natasha, tomo una camiseta y ropa interior limpia, al menos tiene la decencia de llevarla a lavar. Me recuesto sobre la cama, me cubro con las cobijas hasta la cabeza y es que, si tengo suerte, puedo asfixiarme con mi propio oxigeno y no tener que seguir estando acá.

—Estoy que ardo de los celos —la voz de mi secuestradora me pone los bellos de punta, quito lo que me cubre la cara y la observo ahí, parada en el puerta... cerrando muy despacio. —No puedo soportar que... que tantas personas te miren, que tantas te deseen... —se acerca a la cama con pasos vagos, toma asiento en la punta y menos mal que corrí mi pie, si no se sentaba encima de mi lastimadura. —Te miran... te miran como si quisieran cogerte en el escenario y yo no puedo soportar que tantos quieran tenerte

—A ninguno de ellos le gusto en realidad —susurro, tiene esa expresión de preocupación en su rostro que no logro descifrar y no puedo darle un significado —soy una fantasía, como la Venus de Lino

—Te desean a ti... y cuando vi a esa mujer que puse sus manos sobre ti —aprieta la mandíbula —no soporte, parecía que realmente eras de ella y que le correspondías a ella

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora