El hombre impecable y musculoso al lado de la puerta no pasó desapercibido para nadie. Bastian estacionó el deportivo y tragó saliva. Su exnovio estaba allí, volvía a ver su rostro después de los quince días más largos de toda su vida.
—Disculpa, me preguntó si podía pasar y le dije que sí.
—Está bien, amigo. Este momento es tuyo y de tu familia. Ha venido a acompañarte del mismo modo que yo, así que tranquilo, no voy a hacer un escándalo—. Ambos sonrieron y Sharik se acomodó su chaqueta. Descendieron del vehículo y caminaron al interior del hospital en donde todavía se encontraba su madre haciendo los trámites para el funeral de su hijo.
Charles, la expareja de Bastian y actual jefe de Sharik se enfocó en él y le dio una sonrisa cargada de dolor. Lo entendía tanto, nadie que hubiera perdido un hermano podría sentirse ajeno a eso. Lo abrazó y cerró los ojos, fundiéndose en ese gesto, Sharik se sintió protegido, este hombre siempre daba esa sensación. Se separaron en ese momento y Charles puso ambas manos en los hombros de su empleado.
—¿Necesitas dinero o algo? Sabes que cuentas conmigo.
—Gracias, pero Bastian ya me ayudó con eso.
Los ojos celestes de Charles fueron a la perfecta figura ubicada a metros de ellos. Estaba hermoso, esa no era una novedad, aunque después de tantos días sin verle encontrarlo de frente tenía un sabor distinto. Algo único, como el sabor de sus besos, como todas esas caricias que habían colmado sus días y sus noches y ya no estaban. Había tomado la decisión correcta al alejarse, sin embargo, la herida todavía continuaba abierta.
—Te espero adentro—dijo Bastian a su amigo y pasó a su lado sin dirigirle la palabra. Charles lo siguió con la mirada hasta que ingresó y se perdió en el edificio.
—¿Te quedas?
—No, solo pasé a darte mis condolencias. Estoy contigo siempre, lo sabes.
—Lo sé—dijo el muchacho—. Agradezco que hayas venido.
Las ojeras y el profundo anhelo en sus ojos le mostraron a Sharik que el teniente continuaba amando a su amigo con la misma pasión de siempre. El alejamiento había fortalecido ese lazo, Brandon amaba a su «mocoso engreído». Bastian tenía 20 años y lo había conocido dos años atrás, era inverosímil pensar que esa historia de amor ya no existía y que había sido Brandon el responsable de ello.
—Nos vemos en el funeral—dijo el hombre para luego abrazar de nuevo a Sharik y marcharse del lugar.
Sharik guardó las manos en sus bolsillos e ingresó al hospital donde estaba su madre, una de sus tías y su hermano menor. Todos estaban sentados en silencio. Bastian frente a ellos afirmado en la blanca pared. Sharik se ubicó al lado de su madre y le tomó las manos.
—Debería estar prohibido que los hijos mueran antes que los padres, le protestaría al mismo Dios si pudiera—. Sharik rodeó el delgado cuerpo de la mujer y esta apoyó su cabeza en el hombro del muchacho.
—Mamá.
—Se ha ido Sharik. Y no pude hacer nada para retenerlo.
—Era una decisión que no nos correspondía, mamá—explicó—, aunque duela.
—Ya lo sé, y eso me da rabia. Mocoso, ¿cómo se atreve a dejarnos?
Sharik pensó que su hermano no tuvo alternativa, que solo acudió al llamado de Dios cuando las fuerzas de su delgado y desnutrido cuerpo mermaron al punto de volverse nada. Ellos habían quedado en La Tierra y ese hecho los llenaría de fuerza, porque, aunque la tormenta tocara el puerto, Sharik se dijo a sí mismo que nunca lo derribaría. Se prometió a sí mismo vivir con intensidad, por su familia y por él mismo. La herida cerraría, la cicatriz quedaría, demostrándole que siempre se puede volver a empezar, sin importar lo lastimado que uno esté.
El funeral se realizó al día siguiente, Sharik observó la tumba y la foto que acompañaba el sepulcro. Abrazó a su madre abatida y a su hermano quien lloraba en silencio. De pronto, el sol salió esa mañana. Sharik observó a través de sus lentes oscuros y dio una leve sonrisa. Nadie le quitaría la calidez que lo embargaba en ese segundo y la manera en que cobijaba su corazón. Ya nada sería como antes, pero nadie dijo que no podía ser maravilloso.
Mucha gente estaba allí, su amigo Bastian, sus compañeros de universidad Becca, Amalia, su nuevo amigo Ewan quien se había unido hacía poco a sus estudios y que prácticamente vivía junto a Bastian. Los miembros del equipo de Brandon, algunos familiares de Bastian incluso, hombres que lo conocían y siempre estuvieron a su lado, como era el caso de Martin Driesen y el Dr. Blake. Gente maravillosa estaba junto a él y Sharik, en medio del dolor y el pánico frente a la incertidumbre, se sintió afortunado. Tenía el amor de ellos y eso era inmenso.
Ewan y Bastian estuvieron a su lado todo el tiempo, abrazándolo, conteniéndolo frente a la intensa mirada del Teniente Brandon sobre ellos.
—Voy a extrañarlo—dijo con tristeza.
—Sí—replicó Ewan sin apartar su vista del ataúd—, a cada momento hasta que el tiempo haga que la herida cicatrice.
—¿Y si nunca lo hace?
—Es que justamente de eso se trata—explicó el muchacho de rasgos árabes—, de aprender a vivir con el dolor.
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AMORES DE INVIERNO - S.B.O LIBRO 11 ( Romance Gay +18)
Romance¿Alguien está preparado para aceptar la muerte de los seres que ama? Sharik viene de una etapa muy dura debido a la enfermedad y la posterior muerte de su hermano menor. Se siente solo en un mundo en el que prácticamente no encaja, solo apoyado por...