¿Alguien está preparado para aceptar la muerte de los seres que ama?
Sharik viene de una etapa muy dura debido a la enfermedad y la posterior muerte de su hermano menor. Se siente solo en un mundo en el que prácticamente no encaja, solo apoyado por...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El ruido de los insectos y las víboras de cascabel eran una sinfonía incesante. El desierto en la noche se llenaba de vida. Los hombres activaron los visores nocturnos mientras se encontraban apostados sobre las dunas.
—¿Me escuchan?
—Fuerte y claro —dijo Kevin, quien comandaba el equipo Alfa—. Nos movemos hacia el norte en este momento.
—Enterado, cambio y fuera.
Brandon les hizo señas a Baltimore y al resto de los hombres a su cargo. Mario iba junto al equipo de Kevin. Corrieron entre las dunas y en la oscuridad. La luna llena iluminaba el inmenso territorio en el que nadie podía ocultarse. Estaban expuestos. Si los detectaban, sería su fin. Corrieron hasta el sector sur, las altas paredes que impedían el paso de los intrusos. Lanzaron las cuerdas y verificaron que estuvieran firmes. Luego empezaron a escalar. Los dos primeros que subieron se montaron sobre la pared y con sus rifles de miras telescópicas cubrieron al resto de su compañeros. Mario y Kevin estaban en el grupo que ingresaba por el extremo opuesto. El procedimiento era el mismo. Una vez dentro, los hombres dieron pasos sigilosos rumbo a la mansión que se encontraba a un kilómetro desde la pared. No se anduvieron con vueltas. Los rifles de asalto equipados con silenciadores hicieron su aparición.
«Ataquen por grupo».
La diferencia de hombres era abismal. Eso lo llevó a atacar e ir aislando a los custodios por grupos más reducidos. El objetivo era moverse lo más rápido posible y evitar el contragolpe. No obstante, y pese a que normalmente los trabajos se resolvían con relativa facilidad, esto era demasiado.
—Dijiste que eran cerca de cien —le dijo Brandon a Kevin por la radio.
—Lo son.
—Pues ¿dónde están entonces?
Kevin se quedó en silencio.
Brandon sintió que un balde de agua fría de deshielo caía en su espalda. Levantó la mano e hizo que el grupo se detuviera. Todos lo hicieron. El grupo observó alrededor. Carajo, Mario estaba en el otro lado.
—Vamos, teniente, hay que avanzar —se burló Kevin. Entretanto, sus hombres en ese momento apuntaban hacia Mario y lo golpeaban con los rifles.
—¡Es una trampa! —fue lo único que Brandon pudo decir cuando las luces poderosas de los reflectores, decenas de ellas, se encendieron y cientos de balas llovieron sobre su grupo.
A Kevin no le importaba nada, nunca lo hizo, ni siquiera perder la mitad de su equipo como estaba sucediendo.
Brandon y Baltimore corrieron tan rápido como sus piernas se los permitieron y se afirmaron a la pared de la mansión.
Las luces se movían, buscándolo. Carajo, ¿cómo había sido tan estúpido?
