¿Alguien está preparado para aceptar la muerte de los seres que ama?
Sharik viene de una etapa muy dura debido a la enfermedad y la posterior muerte de su hermano menor. Se siente solo en un mundo en el que prácticamente no encaja, solo apoyado por...
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«Este es el hombre al que reemplazarás. Es moreno, de ojos azules, una estructura física similar a ti. No habrá dudas de tu identidad».
Sharik le echó un último vistazo a la foto que Eva le proporcionó minutos atrás mientras Brandon conducía con él y Jake rumbo a la estación de policía, donde realizarían el intercambio. El muchacho temblaba. Era consciente de que cuando llegara el momento sentiría miedo, pero nunca imaginó cuánto. Ya no podía echarse para atrás, pues la vida de Kaz y la de todos estaba en riesgo. Debía ser astuto.
«Busca a Kaz de inmediato. Esquiva a los matones grandes. No los mires a los ojos porque eso es una abierta provocación. No hay amigos en la cárcel, recuérdalo, y mucho menos en esta».
Se estacionaron en un callejón detrás de la estación. Uno de los contactos llevaría al prisionero hasta allí y la operación se concretaría. Eva y el resto del grupo esperaban al costado del camino hacia la prisión. Serían el grupo de apoyo en caso de que las cosas se complicaran. Las calles cubiertas de nieve y los avisos de alerta meteorológica dejaban pocos testigos. La transacción sería rápida, al menos era como lo habían señalado en un principio.
Estamos a quince minutos, prepárense.
Iñaki, uno de los hombres de Jake, envió el mensaje. Ambos observaron a Sharik, quien hizo una mueca, que nadie entendió dada la amalgama de emociones que contenía.
—Estás cagado. —Sharik se encogió de hombros ante la absoluta sinceridad del hombre—. Yo también lo estaría.
Esta vez el muchacho le dio una sonrisa. Habría sido maravilloso contar con personas como ellos a donde iba. Era terrible saber que ninguno podría ingresar sin ser reconocido. Sharik se vio a sí mismo como el menor de los males en un contexto donde todo era gris.
Estamos en la estación.
Un nuevo mensaje y los hombres tomaron las armas. Un minuto y medio era lo que debía demorar como máximo el intercambio. Iñaki aseguró que el prisionero al que suplantarían era un preso político, uno que estaría agradecido de no caer en el infierno de donde seguro no saldría con vida. Las tripas de Sharik se retorcieron. Había escuchado tantas historias en torno a las prisiones que los nervios hicieron mella en él. Entonces sucedió. El tiempo se volvió un segundo. Brandon y Jake volaron de la camioneta junto con él, mientras que Iñaki y otro guardia más traían al prisionero al cual Sharik le salvaba el pellejo.
«Treinta y cinco segundos».
Nadie notaría el cambio, y los que lo harían se harían los desentendidos. Iñaki había cambiado la documentación. Sharik Vroom era un hombre condenado a veinticinco años de prisión por generar disturbios y propaganda política opositora.
—Todo estará bien. Solo sigue las instrucciones y confía en tu instinto de supervivencia. —Fue el consejo que Brandon le dio antes de dejarlo a su suerte.
