—No me vas a contar nada ¿verdad?
—Es que no hay nada que contar. Yo estoy vivo, Harry murió... Esa es la historia de nuestra vida, Brandon.
—¿A qué te refieres?
—Patrick, Paulina, Harry son solo nombres en nuestra memoria, personas a las que amamos y ahora ya no están, personas a las que sufrimos porque cometimos el tremendo error de apegarnos o dejar que entraran en juego.
—No lo dices en serio. Uno no controla los sentimientos. ¡Uno no elige a quién amar!
—Tampoco es que has hecho el intento.
—¿Y tú sí? ¿Estar solo e ir de persona en persona te sirve? ¿Sin lazos afectivos? ¿Esa es tu idea de vida?
—Es lo mejor para gente como nosotros.
—¿Y qué pasa cuando encuentras a esa persona a pesar de que eres un cabrón sin sentimientos?
—¡Se jode!
—¿En serio? ¿Eso te dices a ti mismo cuando Sharik Vroom te llama?
Brad recordó aquella conversación con su amigo Brandon cuando todavía negaba sus sentimientos por Sharik. Ahora le parecía tan lejana, de igual manera el rostro de su hermano menor.
«Harry».
Solo quedaba su recuerdo, sus sueños, todo aquello que quedó pendiente, sus ganas de vivir y las pesadillas, cuando creía que iba a morir y se despertaba sobresaltado, los momentos en que odiaba formar parte de los marines, los segundos en que no deseaba haber seguido los pasos de Brad Kazinsky...
—Harry era mi medio hermano. Mi padre lo trajo un día a casa y mi madre, en su versión relegada y sumisa, solo lo tomó como su hijo sin hacer demasiadas preguntas. De pronto, mi hermano mayor y yo teníamos a un bebé en la familia. Y era molesto. Sin embargo, a medida que creció las cosas cambiaron. Mientras mi hermano mayor hacía su propio camino y se alejaba de nosotros, Harry ansiaba cada vez más parecerse a mí. Fue cuando, a los 20 años, decidió unirse a las Fuerzas Armadas. Entonces nuestro mundo cambió.
»Era ágil, atlético. Ningún obstáculo lo hacía bajar sus brazos. Era inteligente, buen estratega. Resolvía cada situación sin la ayuda de los demás, aunque tenía el problema de la mayoría de los Kazinsky; le costaba trabajar en equipo. Desconocía cómo hacerlo. Y fue esa su condena desde el principio.
»Estábamos en Kandahar, en una de las peores contiendas que hayamos vivido. Los talibanes se venían sobre nosotros y era imposible contenerlos. Era su territorio, lo conocían palmo a palmo, mientras que nosotros apenas nos estábamos adaptando al calor insoportable. Le dije que no se alejara... Carajo, ¿por qué no me escuchó? ¿Por qué no pude mostrar mi autoridad si estaba a cargo de la misión?
»Harry se salió del plan. En un ataque de heroísmo, decidió actuar por cuenta propia y salirse de las filas. Éramos cerca de veinticinco y estábamos apostados en el piso para contener a las decenas de hombres que estaban dispuestos a todo con tal de derrotarnos. Brandon me había advertido. Me había dicho que Harry era difícil de controlar, pero yo vi aptitudes en él. Lástima que los defectos siempre eran solo anexos, detalles con los que batallábamos, pero nada que determinara una contienda.
»¿Cómo mierda un miembro de las fuerzas armadas pensaba de ese modo? La disciplina es todo. Mi amor por él me impidió ver la verdad. Harry rompió la barrera y corrió hacia adelante entre las dunas, acercándose al enemigo y disparando sin cesar. Le grité, ¡le dije que se detuviera! No había forma de sobrevivir ante la lluvia de disparos que el enemigo lanzaba contra nosotros. Harry se tenía confianza, y estaba bien. El problema es que su arrojo no le daba espacio al raciocinio. Y lo que hizo ese día era una sentencia de muerte. Abrió fuego contra los talibanes, los cuales de inmediato se enfocaron en él. Harry nos gritó que nos alejáramos, que salváramos nuestras vidas. Intenté adelantarme, pero si lo hacía quedaría muerto. Avanzar se tornó imposible. Fue cuando los enemigos armaron el lanzamisiles portátil que mi mundo terminó.
»Harry no dudó incluso cuando vio que moría, incluso cuando supo que no había vuelta atrás. Murió como un héroe, mientras que yo solo quería que fuera mi hermano.
La mano cálida de su amor estaba sobre las suyas. Las lágrimas de Kaz cayeron sobre ellas. ¿Cómo se deja atrás el pasado cuando fuiste el culpable de generarlo?
—No fue tu culpa.
—Lo fue —replicó, y limpió sus lágrimas—. Debí prohibirle que...
—¿Prohibirle? Brad, tu hermano era un adulto. Fue su decisión. Cada paso que lo llevó a su muerte fue su decisión.
—No...
—¿Por qué no sueltas el control? ¿Por qué sigues pensando que mantener ese recuerdo doloroso sin soltar te protegerá? ¿No te das cuenta de que te hace daño?
—Sharik...
—¿No entiendes que estás dañando a la gente que te ama?
Sharik lo abrazó y Kaz terminó de bajar sus barreras, la enorme torre en la que había estado encarcelado. Esos muros llenos de dolor y culpa, uno a uno, comenzaron a caer.
—Te amo, Sharik —dijo entre lágrimas, entre los brazos de ese muchacho que había llegado para salvarlo cuando todo el mundo pensó que era al revés—. Te amo tanto...
—Yo lo sé —respondió con una sonrisa y acarició la espalda musculosa de su amante—. Siempre lo supe. Por eso te esperé. ¿Cómo iba a mantenerme alejado cuando mi alma conocía la verdad?
Sharik sostuvo el hermoso rostro de su hombre entre sus manos. Sus ojos verdes no eran visibles en medio de la oscuridad. Solo podían sentirse, tocarse. Sus voces, sus respiraciones, el contacto tibio entre dulce y lascivo... Esto era lo que ambos eran, una conjunción imperfecta, dos corazones molidos por las circunstancias de la vida que ahora se curaban. Y no había nada más, no esa noche, no durante esos minutos en donde cada parte de uno le perteneció al otro.
Kaz lo besó una y otra vez. Sus labios hicieron vibrar la piel como la primera vez. Para Sharik el tiempo era anecdótico. Con su amor todas las veces eran primeras veces. Volvieron a enredarse entre las mantas. Lloraron, gimieron, se comieron con locura en cada espacio. Brad lo sostuvo de perfil y lo embistió con todas las fuerzas que le quedaban. Sharik se agarró de las mantas debajo de él. Se vinieron al unísono, y las ganas de amarse continuaban intactas a pesar de que sus cuerpos ya no tenían nada para ofrecer. El agotamiento los dejó dormidos por algunas horas. Momentos antes del amanecer, cuando ya se vislumbraban las figuras, Kaz volvió a tomarlo como la bestia infernal que era. Amaba el contacto pasional, más cuando se mezclaba con este sentimiento inenarrable que latía en el pecho. Era algo que nunca dejaría de hacer.
Lo dobló en dos —las piernas de Sharik descansaron en sus hombros— y solo se dedicó a gemir con la voz gastada, muy bajo para que los sonidos no llegaran más allá de esa celda incómoda y nefasta.
Los recuerdos dolorosos a veces traían luz y a veces nos hacían resurgir del fango y nos daban consuelo.
Brad y Sharik habían renacido en ese instante con la angustia a cuestas, pero con un amor más grande que la vida misma.
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AMORES DE INVIERNO - S.B.O LIBRO 11 ( Romance Gay +18)
Romance¿Alguien está preparado para aceptar la muerte de los seres que ama? Sharik viene de una etapa muy dura debido a la enfermedad y la posterior muerte de su hermano menor. Se siente solo en un mundo en el que prácticamente no encaja, solo apoyado por...