¿Alguien está preparado para aceptar la muerte de los seres que ama?
Sharik viene de una etapa muy dura debido a la enfermedad y la posterior muerte de su hermano menor. Se siente solo en un mundo en el que prácticamente no encaja, solo apoyado por...
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—Tú también me has fallado Sasha—dijo el hombre a punto de sufrir un infarto mientras observaba a Kevin y a su compatriota uno al lado del otro.
—Todavía no termino con ellos.
—¿No? ¿Y si ya abandonaron el país?
—Es imposible con esta nieve. Ya te dije que son míos.
Dejan pasó las manos por su cara, estaba harto. Cansado de las excusas y de la falta de compromiso del grupo.
—¿Sabes qué? Estás fuera.
—¿Qué? —. Sasha frunció el ceño sin alcanzar a entender.
—Lárgate de mi vista.
—¿Me estás echando?
—Sí, amigo. Estás fuera—. La voz divertida y colmada de placer a su lado. Kevin tenía una gran sonrisa. Disfrutaba esto como nadie en el mundo.
—Te vas a arrepentir.
—Ya me arrepiento de haberte contratado. Ve a arreglar tus problemas familiares o a encubrir homicidios. A mí, no me jodas más. No necesito inútiles aquí.
—¿De verdad piensas que este imbécil es rival para Brandon y Kaz? —. Dejan tensó la mandíbula, ya no tenía ganas de seguir con lo mismo cuando había dejado claro su punto.
—Vete—dijo y señaló la puerta.
Sasha le dio una última mirada, Dejan se mantuvo firme. El mercenario cerró la mano en un puño y luego dio media vuelta. Kevin estaba a su lado, cruzado de brazos disfrutando el momento. Al fin se hacía justicia.
—Son tuyos—agregó Dejan y se puso de pie—. Encárgate.
—Por supuesto, Sr—. Kevin asintió y salió del despacho de Klimovsky. Caminó a paso rápido hacia la salida, necesitaba mofarse de ese imbécil que se creía superior.
Lo encontró saliendo de la mansión, Kevin lo llamó, pero este no se detuvo. Tuvo que correr detrás de él para interponerse en su paso.
—¿Te vas? —. Sasha se detuvo y se enfocó en el idiota.
—Eres un pobre infeliz que no tiene lo suficiente para enfrentar a tu creador—. Kevin borró la sonrisa de inmediato.
—Por supuesto que sí, soy mejor que él.
—No lo eres, y eso es lo que te duele—. Sasha lo esquivó y siguió su camino. Kevin quería perseguirlo, necesitaba matar a ese imbécil.
—Cuando menos lo esperes, sabrás de mí—. Sasha ni siquiera se giró a verlo, solo negó con la cabeza y se retiró.
Kevin con sus manos temblando, llamó a uno de sus compañeros, Tobías, un hombre que estuvo con él desde el primer segundo.
