CINCO

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Me desperté de golpe, sentándome en la cama.

Ay, mi cabeza.

En mi vida vuelvo a tomar una sola gota de alcohol. 

Con los ojos cerrados sobé un poco mi cabeza, esperando que así se retirara el dolor. Y cuando este disminuyó, volví abrir mis ojos dejando ver por toda la habitación, mucha ropa tirada. 

Siendo directa, era la ropa que traíamos anoche puesta. Pero me preocupé cuando vi mi sostén tirado, y mis bragas rotas a un lado.

Asustada, volteé a ver quien se encontraba a mi lado. Era Alfredo que estaba más que dormido, y noté que tenía el torso desnudo, también su ropa estaba por todos lados. Lentamente levanté la sábana dejando ver, evidentemente mi cuerpo desnudo. La curiosidad mató al gato, y también me atreví a levantar el lado de Alfredo. 

Él también estaba desnudo.

Rápidamente llegaron a mi mente, algunos pequeños fragmentos de anoche.


- Si estás cansado, ¿Verdad?. - pregunté.
- Sí... - dijo muy apenas.
- Entonces. Vámonos, pues.

- Jesús. Te vas a caer, con cuidado. - ayudé a que se bajara de la camioneta.
Él sólo reía.

Lo tumbé como pude a la cama, pero calculé mal al soltarlo.
Pues por accidente caí encima de él. Y vi que abrió los ojos viéndome y yo solo sonreí inocente. De repente su mirada bajó a mis labios, e inconscientemente la mía a lo suyos. Sentí que empezó acariciar mi cintura con toda su mano, y eso combinado con el alcohol, provocó que lo besara.

- Ahhh... M... Más rápido, Alf. - dije con la voz agitada.
Tomó mis caderas, atrayéndome más hacia él, e intensificó sus movimientos. Por su parte él soltaba pequeños gruñidos que trataba de reprimir. Y sin parar, ambos mirábamos fijamente a los ojos.
Esto definitivamente lo estaba más que disfrutando.


No puede ser. ¿Qué hicimos?.

- Jesús. - lo golpeé con la palma de mi mano, despacito - Jesús. Despiértate. 

Aún dormido, empezó a murmurar cosas que no lograba entender. Se dio la media vuelta, y abrazó mi muslo, de nuevo acomodándose. 

- Alfredo, levántate. - lo moví.

- Espérame, cinco minutos más. - murmuró con los ojos cerrados.

- Noo. ¡Ya!. - ahora lo moví bruscamente. 

Volvió a voltearse, quedando boca arriba. Poco a poco fue empezando abrir los ojos y recuperando la vista, finalmente volteándome a ver.

- Buenos días, Emi. - dijo bostezando. 

- Jesús, ¿Ya te diste cuenta?. - Lo miré de arriba a abajo.

Aún sin entender, me miró primero a mi, y luego a él.

- ¿Qué?. - preguntó. 

Con la mirada señalé, todo el desorden que había en el piso. Él, al mirar nuestro alrededor, abrió al tope sus ojos. 

Levantó la sábana de su lado, y rápidamente la bajo. Volteó a verme de nuevo, y ahora él me miraba de arriba a abajo.

- Nosotros... - nos señaló.

Asentí. 

- Pensé que lo había soñado. - dijo poniéndose las manos en la cara.

- Pues esto se ve muy real. - dije algo molesta.

- Perdón, ¿Sí?. - me miró - Perdón si te obligué a hacerlo.

Eran muy sinceras sus disculpas. Pero la verdad es que fui yo quien le dio luz verde. Había sido yo quien quiso continuar esto.


Lo besé desesperadamente, desabotonando su camisa tratando de quitársela. Pero el beso fue interrumpido por él.
- Si no quieres, no debemos continuar. - respondió algo agitado.
- Cállate, Jesús. - volví a besarlo.
Me acomodé encima de él aún besándolo. Sentía sus manos subiendo por mi espalda, probablemente buscando el broche de mi sostén.


- No pasa nada. - suspiré - Igual no sería la primera vez que pasa.

Rio - La primera vez, después de doce años. -

Negué divertida. 

- ¿Qué hora es?. - dije buscando mi celular.

- No lo sé. - se dio la vuelta igual que yo, buscando su celular - No lo encuentro.

- Aquí está. - tomé el mío del piso, alzándolo en el aire. Traté de encenderlo, pero fue inútil. - No prende.

Volteé a verlo y vi que estaba en la orilla de la cama, tratando de alcanzar su pantalón. Cuando lo tomó, empezó a buscarlo en los bolsillos y sí, ahí lo encontró. 

- Tampoco. - suspiró - Deben de estar descargados.

- Puedes poner a cargar el mío. - lo miré con cara de perrito - Mi cargador está en la bolsita de la maleta. 

Él solo asintió, dejándose caer de nuevo en la cama.

Sentía la necesidad de ir al baño. Entonces, me paré sujetando la sábana para que me cubriera y empecé a caminar. De pronto, ya no pude avanzar más. Algo le impedía a la sábana que yo pudiera continuar.

Volteé hacia la cama, y vi a Alfredo sosteniendo un extremo cubriéndose su entrepierna, viéndome con el entrecejo fruncido.

- ¡Suéltalo!. -  le dije demandante.

- Yo también me quiero cubrir. - dijo estirando la sábana hacia él.

- Pues usa la colcha. - ahora yo estiré la sábana - Sé caballero.

Rodó los ojos y se sentó de nuevo. Se agachó de nuevo, tratando de alcanzar la colcha con su mano. Aproveché y estiré la sábana, dejando ver su trasero pálido. Que estaba marcado, debido a lo quemado del sol de estos últimos días.

Ups, mala idea.

- ¡Emi! - reprochó.

Reí.

Tomó rápidamente la colcha enrollándose en ella.

De nuevo, volví a tomar camino hacia el baño. Antes de entrar me detuve y me giré hacia él.

- Te dije que colocaras protector solar. - reí y entré.

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora