TREINTA Y SIETE

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— Emilia. ¿Dónde carajos está mi hijo?. — la voz exaltada de Alf, inundó toda la sala.

Pegué un brinco asustada; por ende, cortando el beso y separándome de Miguel.

Alfredo estaba enojado.

— Te estoy hablando, Emilia. — empezó a elevar la voz — ¿Dónde está mi hijo?. 

— Baja la voz, Alfredo. — dije con la voz bajita, poniéndome de pie. — El niño está en mi habitación. Está dormido. 

— ¿Qué hace este pendejo aquí contigo?. — seguía hablando, casi gritando. 

— Alfredo... — reproché.

— Bájele de huevos, compa. — dijo Miguel yendo hacia él — No quiera faltarle el respeto a Emilia. Y menos frente mío.

Esto no iba acabar bien.

— Tú quien te crees, gato. ¿Eh?. — ahora Alfredo se acercaba a él — ¿Ya te la estás cogiendo? — dijo frente a Miguel en un susurro. Pero que perfectamente, pude escuchar.

No bastaron más de tres segundos, para que Alfredo estuviera en el piso. Miguel, lo había golpeado. 

— ¡Dios míos!. — miré a Jesús — M.. Miguel, tienes que irte.

— Estás loca, si piensas que te voy a dejar sola con este pendejo. 

— Por favor, te lo suplico. — le dije juntando mis manos — Estaremos bien.

Volteó a ver a Jesús, que aún seguí en el piso algo aturdido.

— ¿Segura?. — asentí — Enserio, Emilia. Cualquier cosa, llámame. 

— Sabes que sí. 

Sólo asintió, caminando hacia la puerta y no me quedó más que acompañarlo a ésta. 

Cuando salió, cerré la puerta y me apoyé de espaldas en ella. Suspiré tratando de calmar mis nervios, hasta que el llanto de Landito se escuchó. 

Se había despertado.

Sin pensarlo, caminé hasta mi habitación pasando por la sala, pero ésta vez no había señas de Jesús en ella. Abrí la puerta de la habitación. Vi que Alfredo tenía cargado a Landito arrullándolo, calmando su llanto.

Y cómo no, si mi hijo le encantaba estar en los brazos de su papá.

— ¿Por qué se fueron de la casa?. — dijo con cierta molestia, sin quitar la vista del bebé — Bien sabes que están mejor cuidados allá, que aquí. 

 — Me cansé... — solté. 

— Aah, y por eso te vienes acá. Y te traes al pendejo de Miguel, a hacerte disque compañía. — escupió dejando al niño en el colecho.

— ¡Claro que no!. — me ofendí. Prácticamente me estaba llamando "una cualquiera" — Sólo vino de vista. Porqué él si se preocupó por Alejandro y por mi, en estos días. 

— Siii. — dijo con ironía — Tanto que hasta fueron a cenar juntos, sin mi hijo, ¿Verdad?. — volteó a verme, haciendo énfasis en "verdad".

— Y que querías... ¿Ha?. — recordé lo que le había dicho a Miguel — Que te esperara en casa aburrida o estresada, por estar yo sola cuidando del niño.

— Pero YO, te había pedido una oportunidad, Emilia. — se acercó a mi — Dijiste que lo podíamos intentar. 

— Sí, yo lo dije. — lo miré — YO lo quise intentar... Pero por lo que veo, a ti te valió. 

— No es cierto. 

Reí con ironía.

— Entonces por que me dijiste que te ibas para Colombia con Iván y Joaquín. Cuando en realidad te fuiste de vacaciones con Irina a los Cabos. — me miró sorprendido.

— ¿Quién te dijo eso?.

— Eso que importa... Pero eso sí te digo, Jesús. Tú y yo no somos nada, para que yo esté en tú casa, mientras tu te revuelcas con cuanta vieja se te ponga.

— ¿Estás celosa?. — soltó sonriendo.

 — Piensa lo que quieras. — la verdad sí. Me estaba mordiendo uno, del coraje — Sabes qué... Es mejor que te vayas, Alfredo. Quiero descansar. 

— Te veo luego, campeón. — sólo se limitó a besar la cabeza de Alejandro y salió, sin siquiera voltear a verme.

Suspiré dejándome caer en la cama. 

— ¿Por qué?...

...

"Pero si vas a venir?? 👀"

Rodeé los ojos fastidiada.

"Que siii, Ovidio 🙄"

"Ya te dije que sí"

"Bueno, yastas"

"Te traes bien chulo a mi pa 😍"

"Porqué me voy a tomar una sesión de fotos bien perruskis"

"Y quiero que salga él conmigo"

"Qué paso, ratón??"

"Mi hijo siempre está guapo 😪"

"Cómo negarlo..."

"Si se parece al tío Ovidio 💅🏻😘"

"Ay, si, tú"

"Y soportaaa!! ☝🏻"

Dejé el celular, en la encimera del tocador. Terminé arreglarme, por último poniéndome los aretes.

Ya estaba lista para la fiesta de cumpleaños de Ovidio, que tanto estuvo insistiendo que fuera. Por que siendo sincera, no es que no tuviera ganas de ir. Pero era más que obvio que Jesús estaría ahí, y no quería topármelo. No por lo pronto.

De hecho había hablado con Ovidio y Adriana sobre lo que sucedió hace una semana, por que vinieron personalmente a invitarnos. Y fue cuando Ovidio se a sinceró, y me dijo que se extraño cuando le había dicho que Joaquín estaba en Colombia, cuando realmente había ido con ellos al circo.

Finalmente me terminaron convenciendo de ir, y dijeron que cuando yo me sintiera incómoda, me podía ir de ahí.

— Estás guapísimo, mi amor. — le hablé a Landito. 

— Emilia. — escuché afuera del departamento — Ya llegaron los hombres de Ovidio, por ti. 

— Gracias, Julián. Ya bajo. — hablé fuerte.

Tomé la pañalera y mi bolso. Era algo complicado hacer este tipo de malabares; cargar a Alejandro, colgarme el bolso y cargar también la pañalera.

Necesitaba ayuda.

Saliendo del depa, me esperaba Julián. Rápido al verme se acercó ayudándome con la pañalera y el bolso. Me ayudó a subirme a una de las camionetas que había mandado Ovidio, para que me llevaran al lugar de la fiesta, y tomamos camino.

Que sea lo que Dios quiera.


Pa' irlas calentando jsjsjs

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora