VEINTICINCO

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ALFREDO

— Pues todos sabemos que las fiestas del Iván, siempre terminan épicas. — dijo Joaquín.

Mientras recordábamos algunas fiestas anteriores que Iván había hecho por su cumpleaños. Y que Joaquín tenía razón, pues siempre daban de que hablar días después.

— Pero, no se compara con la fiesta de 25. ¿Se acuerdan?. — habló Ovidio. Haciéndome recordar ese día.

Negue riendo.

— La verdad, es que esa si estuvo bien perrona. — dije, para luego beber de mi bote. — Pero, van a ser los mismos del año pasado, ¿O qué?. — pregunté.

Ambos se voltearon a ver.

— Puees... Sí. Creo que si. — dijo Joaquín no muy convencido.

— ¿Y eso?. — volví a tomar un trago.

 — Creo que ahora irán más personas. — dijo.

— Qué raro. No me había dicho nada. — hablé.

— No es por ser cizañoso, pero el Iván invitó a los antrax, wey. —  dijo Ovidio.

— ¿A los antrax?. — pregunté y Joaquín asintió — O sea que, ¿José Miguel va a estar ahí?. — volví a preguntar.

— Muy probablemente. — dijo Joaquín asintiendo.

Erguí mi postura, levantando mi mirada.

— Bueno. Igual él ya no es problema para mi. Yo soy el papá del hijo que espera mi chaparra.

Mis dos hermanos empezaron a reírse. 

— ¿Qué?. — dije sin entender. Y a decir verdad, algo molesto.

— Que seas el papá del Zoécito. No te convierte en el dueño de Emilia. — habló Ovidio, y Joaquín lo apoyó asintiendo.

Sólo los miré mal. Pero en el fondo sabía que tenían razón.

 — A ella ni siquiera le interesa. Jamás lo hizo. — dije justificándome.

— Ajá. Por eso Emilia tenía citas con el Güero. — dijo Ovidio burlonamente.

— Ah, que geniecito te ponías cuando salían. — habló Joaquín.

— Si existía la diminuta posibilidad de que esa relación "pudiera existir". — dije haciendo comillas con mis dedos — No hubiera tenido futuro. Bastidas no era, es y será el correcto para Emi. 

— ¿Y tú si?. — dijo Ovidio.

— ¿Por qué no?. — lo miré obvio — Bueno, cabrón. Tú que traes contra mi.

— Nomás quería comprobar si todavía te gustaba, Emi. jejeje. — dijo escondiéndose detrás de Joaquín. 

— Pero bueno. Que se haga tu sueño realidad, está en tus manos. — dijo Joaquín 

Odiaba admitirlo, pero tenía razón.

EMILIA

Me recosté entre el brazo y respaldo del sillón. Tomé el control de la televisión, buscando algo entretenido el ella, mientras me comía mi nieve de limón. 

El timbre de la casa empezó a sonar desesperadamente. Podría ser algo importante.

Con toda la pereza del mundo me levanté de mi absoluta comodidad, dispuesta a ir abrir. Pero no fue necesario cuando escuché el eco de unas zapatillas retumbando por la entrada. 

— ¿Podrían llevarlo a la parte de arriba, por favor?. — apareció la dueña de la voz. — Gracias. — habló Alejandrina, volteándome a ver. — ¡Emi!. Traje algunas cositas para el pequeñín. Espero y no les moleste. 

Parecía desfile. Entraron varios de los muchachos de Alfredo con objetos o cajas en la manos, dirigiéndose a la parte de arriba.

— Gracias, Ale. No era necesario. — dije aún viéndolos pasar.

— Lo es, cariño, Lo es. — suspiró emocionada — Y, a todo esto... ¿Dónde será la habitación del bebé?. — preguntó.

Reí. — Donde era mi habitación. — contesté.

— ¿Era?. — preguntó y yo asentí — Pícaros... Ya duermen juntos. — dijo viéndome pervertidamente.

— No de esa manera, Ale. — reí nerviosa.

— Ajá. Y el bebé se hizo solo. — rio — Bueno, vamos. Quiero que veas todas las cositas que le he estado comprando — dijo tomándome de la mano.

Subimos, podría decir... Casi que corriendo. Después de que se fueron los muchachos, Alejandrina empezó a sacar ropa, juguetes, pañales, o incluso electrodomésticos para el bebé, lactancia o alimentación. 

Creo que Alfredo y yo, ya no tenemos que preocuparnos de comprar algunas cosas... Pero el chiste era aprender a usarlas.



Con este capítulo, inauguramos que ya se vienen los putazos y el drama 😏🤪

Más que Amigos - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora